miércoles, 15 de febrero de 2012

El Silencio, de mil maneras y de una sola...

Nada más elocuente que el Silencio... Pero, ¿dónde está? ¿Cómo hacer cuando los ruidos parecen cubrirlo? Todo es cuestión de ejercicio y de práctica. Ahora bien, prestemos atención a cualquier espejo del alma... ¿música sublime? ¿Pintura, poesía, paisaje? Aceptemos que todo lo que nos conmueve es imagen de algo mucho más hondo... Y quitemos de nuestro horizonte cualquier determinación o condicionamiento. Tomemos conciencia de que somos llamados desde nuestro interior, indefinible e inexpresable... Que en nuestro Fondo hay silencio (el verdadero) y que es allí donde siempre deseamos volver. Allí hay sentido, todo el sentido, porque es templo viviente para Dios. Vivamos la Presencia... Sin definiciones. Con entera confianza y simplicidad.

Alberto E. Justo

Abriendo camino...

Y proseguimos abriendo el camino... ¿Es necesario "imaginar" el desierto?
Como se percibe una melodía en la memoria es posible aspirar, una y otra vez, el aire puro de lo inmenso.
Una figura, la más modesta, puede aproximarnos a su propia superación. El viajero lo hace "a través". También el paisaje puede ser horadado para pasar más allá...
¡Más allá! Confía y pasarás. Quizá ya te encuentres del otro lado y no aciertes a darte cuenta...

Pero ¡cuántos aullidos en la frontera! Allí gritan para confundirte y para que no vayas a lo profundo. Por eso te "llaman": para que te creas todavía de este lado y no más allá, que es tu destino. Para el enemigo es un gran triunfo detenerte en lo que no es. ¿Es posible? Como es posible la ilusión o el espejismo.
"Lo que no es"... ¡Qué fuerza poseen ciertos fantasmas! Al menos cuando les prestamos cierta atención.
Lo cotidiano parece una muralla, un velo, un tejido de fantasmagorías que cubre el horizonte... Es urgente horadar los muros con confianza... Y no caer en la frontera, sobre todo cuando ya hemos pasado los límites caprichosos...
Sabemos, entonces, que estamos más allá... Pero los diablos gritan cada vez más fuerte (ellos, claro, no pueden pasar) y asustan... Semejantes gritos se hace eco en los pensamientos. Esto lo sabían muy bien los Padres del Desierto, que tanto lucharon con todo ello.
El engaño que pretende el enemigo es mostrar lo que no es como si fuera real y poderoso.
El secreto es confiar totalmente en Aquel que nos sostiene, en quien somos, nos movemos y existimos, en el Único...

Alberto E. Justo


Variaciones acerca de la Soledad

Vaya esta cita, a la hora de valorar nuestra condición y peregrinación:
"...Nos referimos al sabio taoísta. No es la soledad física. Es la soledad del que se siente incomprendido, o mejor diríamos fuera de lugar, como encerrado en una abarrotada celda de castigo. No hay mayor soledad, ni más angustiada, que la del que no está solo..." (I. Preciado "Las enseñanzas de Lao Zi" Barcelona 1998, pp 76-77).
¿Sin esperanza? De ninguna manera. Hay "aperturas" insospechadas e insospechables en el camino más oscuro. Pero sólo se abren allí...

Alberto E. Justo

martes, 14 de febrero de 2012

¿quién soy, dónde estoy?

¿Quién soy? ¿Dónde estoy? De Dios vengo y a Dios voy... Pero ¿todo es así, tal cual lo veo ahora?
Dejemos todo apresuramiento y recordemos nuestro doble origen: celeste y terrestre. El "sentido", la vocación y la vida profunda, lo recibimos de lo alto... No sólo ayer, sino a cada instante. Es presente, es ahora, es "ya"... No hemos de aguardar hasta mañana: vivimos y somos ya.
Alguna vez sospechamos que estaremos "formados" (!) o "dispuestos" para no sé cuándo... Nada de eso. Crecemos en madurez cuanto más nos descubrimos en el presente, en el ser.
¿Quién soy? Ese "tú" que pronuncia Dios... ¿Dónde estoy? En el Corazón de Dios.
No temamos, no. Recibamos, simplemente, lo que no tiene condiciones. El Amor de Dios no se compra, desde luego.
Pero no temamos el sufrimiento, el dolor. Es una escala que lleva muy alto. Nos lleva adonde no sabremos decir... No temamos la incomprensión, o el desprecio, o la torpeza que -tantas veces- daña nuestros días. Hay quienes no comprenden NI PUEDEN COMPRENDER. No interesa esto ahora. Es verdad que hay sed de poder en los caminos que cruzamos y esto hace mucho mal a todo viandante.
¡Coraje! También es necesario combatir. La vida es una lucha espiritual y hay muchos que juegan como enemigos. Pero no nos hallamos en campo alguno, ni en escenarios, ni en estadios (mucho menos)... Repito, nuestra morada es el Corazón de Dios y somos esa luz, ese "tú" que, incesantemente, pronuncia Dios.

Alberto E. Justo


Vocación esencial

¡Un clamor asciende desde lo profundo de nuestra alma! Es claro que no lo podemos ignorar... Tampoco lo podemos definir ni explicar y, mucho menos, reproducir. Es una llamado, una vocación que no tiene nombre... Se trata de esa "trascendencia" que tanto tenemos olvidada; de esa vida esencial cuya puerta está cubierta por las "cuestiones" que nos rodean y que pretenden ensordecer.
Pero ¡¡atención!! no estamos, ni somos, ni vivimos en las "cuestiones" que rodean y asfixian. Siempre nos hemos de reconocer más allá de rumores y urgencias que pretenden acaparar la atención y la vida. Ahondemos en nuestro interior, vayamos a lo más profundo para hallarnos en verdad... Eso que el "mundo" nos dice, eso es precisamente lo que no somos, lo que no puede -en ningún caso- absorber nuestros días.
Descubramos, insisto, nuestro "ser" profundo, que, tantas veces, no tiene nombre. El nombre que nos interesa es un secreto en Dios y en nuestro corazón. Nada ni nadie nos puede apartar del Centro. En esos valles y montañas, en aquél mar sin fronteras, no hay mandones ni reglas.
¿Nos animamos a seguir siempre y sin definición precisa? ¿Nos animamos a llamar, en verdad, "Padre" a Dios?
No son buenas las "mediaciones" hueras y manoseadas por los decires de los hombres. La "moda" es hablar demasiado. Nada de eso, nada de eso. Silencio y Paz. Que brille la Belleza Divina en sus auténticos testigos...

Alberto E. Justo

miércoles, 8 de febrero de 2012

Que Dios ore en nosotros

En el silencio, que no tiene confines, reencontramos una palabra... Ella brota de una incomparable Presencia. En nuestra peregrinación reaparece la hondura siempre nueva, con todos sus secretos, con todas sus maravillas.
Lo que importa es arrojarse en el secreto y orar sin aguardar "definiciones."
Avanzamos pues, aunque esté nublado. Hay Luz encendida en el corazón: hay Luz en el corazón.
Nos animamos y nos exhortamos a aventurarnos abriendo grandes los ojos en la oración que no se interrumpe.

Alberto E. Justo