miércoles, 30 de diciembre de 2009

Porfiamos por un pedazo...

Cuando hablamos de desprendimiento o de cortar ligazones o apegos, casi siempre permanecemos en la "negación" de esto o de aquello. En efecto, nos decimos, debemos vigilar para que todo eso que nos parece haber dejado no nos importune más. Pero esto es un error, ya que permanecemos, por la negativa, atascados de la peor manera, en exceso celosos por no sé qué perfecciones que sospechamos alcanzar a fuerza de seguir rechazando...
Cuando el alma sale libre por su retorno a la pureza original no queda aferrada a las oscuridades de ayer. Basta disponer el "lugar" para que Dios lo ocupe sin más.
Pero ¿cómo lo sabemos? ¿Qué es lo que ahora veremos? Nada de lo que imaginamos. Aquél que nace en el corazón es insospechable y el espíritu no se conforma con ninguna migaja, ni con ningún otro pedazo o fragmento. ¿Se nos ocurre posible un... "vacío perfecto? ¿Qué pretendemos, en realidad? En este sentido, repetimos con Guillermo de Saint-Thierry: "nadie está menos solo que el solo..." Porque, cada vez, cuando abrimos las puertas de casa, viene el Señor con mayor intimidad, secreto y silencio. No diremos de esta o de aquella manera. No hay modos. La causa del amor de Dios es Dios mismo -decía san Bernardo- y su modo: amar sin modo.

Alberto E. Justo

lunes, 28 de diciembre de 2009


¡No te detengas ahora! Sigue de camino...

Decía el Maestro Eckhart: (...) "tú debes necesariamente ser en la esencia y habitar en el fondo. Es allí donde Dios debe tocarte, en la simplicidad de su Ser, sin el intermediario de ninguna imagen.
"Por sí misma una imagen no muestra ni significa nada. Ella refiere y reenvía totalmente a aquello de lo cual es imagen." (Sermón 101)
Estamos, pues, invitados a no quedarnos a mitad de camino, sino a seguir, sin desfallecer, a pesar de lo que pueda turbar nuestra peregrinación cotidiana. Porque en esa maravillosa simplicidad, en el abandono y en todo desasimiento, se nos abre el camino esencial que no nos es posible definir...
Sería un error rodear de murallas, de pretender circundar esa inmensidad abierta desde el corazón.
R. Rolland hablaba de "sensación de lo eterno", de "sentimiento oceánico", que es un "contacto", un "hecho"... No nos detengamos pues en la puerta.

Alberto E. Justo

martes, 22 de diciembre de 2009

Un texto de Juliana de Norwich

"Entonces nuestro buen Señor abrió mi ojo espiritual y me mostró mi alma en el centro de mi corazón. La vi tan grande como si fuera una ciudadela infinita, un reino bienaventurado; y tal como la vi, comprendí que es una ciudad maravillosa. En el centro de esa ciudad se encuentra nuestro Señor Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, una persona apuesta y alta, obispo supremo, rey solemne, señor honorable. Le vi espléndidamente vestido. Se sienta erguido en el centro del alma, en paz y reposo, y gobierna y guarda el cielo y la tierra y todo lo que es. La humanidad y la divinidad se sientan allí en reposo; la divinidad gobierna y protege, sin instrumento ni esfuerzo. Y el alma está enteramente habitada por la divinidad, supremo poder, suprema sabiduría y suprema bondad.
"Jesús no abandonará nunca el lugar que ocupa en nuestra alma, pues en nosotros está su hogar más íntimo y su morada eterna y es su mayor delicia habitar allí. En esto reveló el deleite que tiene en la creación del alma del ser humano; pues así como el Padre podía crear a la criatura, y así como el Hijo podía crear a la criatura, igualmente el Espíritu Santo quería que el espíritu del ser humano fuera creado, y así se hizo. Por ello la santísima Trinidad se regocija sin fin en la creación del alma humana, pues vio, desde antes del principio, que en ella se deleitaría eternamente."
(Libro de Visiones y Revelaciones, cap. 68)

domingo, 20 de diciembre de 2009


caminos interiores

Ahondando por el camino, cada vez ha de aparecer nuevo... Porque el desierto del alma no se abarca jamás... Como nos dice Heráclito (Frag.45) "No podrías encontrar, andando, los límites del alma, aunque recorrieras todos los caminos; tan profundo 'logos' tiene."
No agotaremos esa "inmensidad de dentro" y sí perderemos mucho ignorándola y no sumergiéndonos en ella.
Volvamos incesantemente al corazón, a la profundidad, una y otra vez, que nunca estaremos allí solos. Hay Quien nos llama y nos espera en todos los caminos...

Alberto E. Justo

lunes, 14 de diciembre de 2009



No te detengan las voces huecas

A pesar de cuanto parezca, a pesar del dolor y del desconcierto, estas horas se abren a la Eternidad.
La corteza se resquebraja y un viento insospechado la arranca y la lleva. Si el peregrino persevera descubre nuevos pasos por debajo de cualquier apariencia.
Descubre, tú mismo, la belleza que resplandece en todas partes, aunque tantos otros no la vean. Es un regalo para ti... Es el mismo Señor quien te lo entrega.

No temas hallarte solo. No temas la inmensidad del mar, ni la altura de las montañas, ni las distancias, ni las lejanías. Nunca estás solo y nada está tan lejos que no puedas en tu espíritu alcanzar.

Alberto E. Justo

Camina a pesar de los vientos y con ellos...

Las ventoleras del desierto dejan los caminos desolados... ¿Qué son? ¿Qué ocurre cuando mordemos la arena que golpea nuestro rostro? Describir estas sacudidas en la "nada". No lo creemos posible. Escapa a cualquier intento. Poco importa: lo sabemos muy bien, pues lo hemos aprendido en casa. No allá lejos. En casa; sí, en casa. Porque el desierto está en casa, aquí mismo, sin distancia.
Pero debajo, sí, debajo está la paz.
Las superficies son harto movedizas y, por lo mismo, cambian y mueren. No tienen consistencia, casi no son. Si buscamos lo que "es", descendamos a la hondura, más profundamente, donde podemos hallar la verdad y la vida. Lo más cierto no es lo más manifiesto, ni lo más difundido, o querido, o "vulgar". Lo más cierto (digámoslo así) siempre se halla escondido, como el tesoro en el campo. No es una historia de cáscaras o de superficies, o de simples cosillas exteriores. Nada de eso. Es preciso, siempre, aventurarse y buscar, aunque parezca insólito y hasta peligroso.
Si quieres internarte en el desierto verdadero, que no tiene "por-qué", ni es esto o aquello, desciende y despréndete se superficies, de superficialidades, y de todas esas cosas que brillan demasiado.
Sumérgete y recibe... Luego verás.

Alberto E. Justo

domingo, 6 de diciembre de 2009


no te detengas en este piso

A pesar... Sí, a pesar... de cuanto "pese". Y, sin embargo, se abre -con esplendor- un horizonte con su inconmensurable paisaje. ¿Todos lo ven? No, todos no lo ven. ¡Son muchos los que pasan de largo! Son muchos, sí, aún aquellos que pasan por ser los que no pasan. Quiero decir: aquellos que se vanaglorían de verlo todo y de acertarlo todo. Quizá sean los que menos ven...
Pero ¿por qué hablar en tercera persona? ¿Siempre "ellos"? En suma: la tercera persona está de moda. Ya no decimos "tu", ni en singular, ni en plural. Da miedo hablar directamente... Por eso no hablamos con Dios directamente... Adoptamos diez mil máscaras porque tenemos miedo en exceso. No sea que topemos con lo inesperado...
¿Confiamos en lo inesperado? Es difícil, desde luego. Pero al Señor... ¿lo esperamos? ¿Sólo con nuestra imaginación febril? ¿No le dejamos espacio a la sorpresa? ¿No será que no le dejamos espacio a Él? Porque lo queremos queriéndonos, muy a través del espejo. ¿Es grato mirarse al espejo?
Levanta los ojos, hermano, y descubrirás tu bien mucho más alto

Alberto E. Justo

viernes, 4 de diciembre de 2009

oración

No oramos, en verdad, cuando pretendemos "hacer algo"...
No oramos cuando pretendemos "ser orantes"... o ser tenidos por tales...
No oramos cuando nos asalta la pretensión de "ser alguien"...
No hay "profesionales" de la oración, ni especialistas o diplomados en su misterio...
Oramos cuando no sabemos... que oramos, cuando sólo Dios lo llena todo y no nos queda tiempo para ocuparnos del pasaje de retorno.
En el "abandono" somos orantes en verdad.

Frater Albertus Henricus, in eremo...

miércoles, 25 de noviembre de 2009


Llevas contigo una ermita, que nadie puede quitarte

Caminas por un desierto jamás soñado. Eres -en verdad- monje y solitario en tu corazón, y más todavía cuando nadie lo sabe. ¡Cuánta maravilla encierra esa inmediatez, que no acertaremos a describir!
La ermita del corazón... Así como "en todas estas cosas vencemos por Aquél que nos amó. Porque persuadido estoy que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios (manifestado) en Cristo Jesús, nuestro Señor." (Rom. 8, 37-39).

Pasar y... quedar (en paz)

Pasar... ¡Qué maravilla! PASAR. Vamos de camino y "pasamos" sin detenernos y sin anclarnos, ni tropezar. Ni nos detenemos, ni acaparamos las cosas que... también pasan. Como las nubes del cielo, como las olas del mar, como ese viento que no sabemos de dónde viene ni a dónde va.
¿Qué te parece, mi amigo? ¿Continuamos nuestro pobre andar?
Te comento, también al pasar, un maravilloso secreto: que te lo digo al callar. Y nada más, por hoy, nada más.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Senda que se hace más allá de la ribera

Llevaba el dolor, sin permiso de nadie...
.....................................................................
Allí va la llanura
desplegándose a lo lejos...
Escapa de mis manos...
Aferrarla no puedo

Llama encendida,
llama de nada.
Si me acerco la pierdo,
si la miro se apaga.

Alberto E. Justo

sábado, 21 de noviembre de 2009


Atrévete a lo indecible

Llamé a una puerta aguardando que alguien me abriera y me hiciera pasar más allá de ella... Caminé junto a un río, buscando una playa, donde encontrar a no sé quién... Trepé a esa montaña, asomándome a sus cavernas... Como los románticos buscaba plantas y flores exóticas, flores nuevas que nadie conociera.
No, no es allí, no es eso, ni esto ni aquello... El Absoluto no se identifica con lo que sea, ni aquí, ni allí. Si crees que diste con tu destino al recibir no sé cuál diploma o te empeñaste en esta o en aquella profesión: te equivocas. No hay en este mundo "nada", ni nada de nada, que pueda en efecto ser nuestro fin.
Cuando te parezca alcanzar esto o aquello que sueñas, di, muy fuerte en tu corazón, "no es, no es, es preciso seguir más allá."
No hay cumbres. Más altas están las estrellas y ellas mismas no pueden cerrar el cielo. Y el cielo... ¿qué es el cielo? El cielo se abre para que vayas más allá...
¡Corazón, que en nada te conformas, estás en lo cierto cuando insistes en buscar!
Porque "Aquello" es ¡tan cerca! que nada ni nadie lo puede mostrar...

Alberto E. Justo

sábado, 14 de noviembre de 2009

No entorpezcas tus caminos

No entorpezcas tu vida prestando atención a las banalidades de la moda, a esas "murmuraciones" o reclamos de atención de tantos desorientados. Acepta las limitaciones y las dificultades, pero -de ningún modo- te detengas a considerar lo que no tiene espacio en la vida espiritual. Muchos esgrimirán hasta motivos "religiosos" para hacerse valer y dominar a los viandantes. Pero todo eso, todo lo que produce desazón, angustia o temor, no viene de Dios. El verdadero testigo del espíritu no necesita ni quiere recordar "poderes", ni pierde el tiempo en afirmarse invocando presuntos derechos... Nada de "ley del más fuerte".
Si has abrazado el honor y el decoro del desierto, quédate en el silencio profundo y despréndete de lo que no cuenta... Despierta al inmenso paisaje de la aurora en tu corazón.
Mira la ternura de Aquél que es tu vida.

Alberto E. Justo

Ven, no te detengas en la ilusión

Hemos descubierto esa "trascendencia" donde reside nuestra "identidad". Relación profunda a Dios, de Quien todo recibimos. Mirada de Dios, rayo infinito de luz y de vida...
¿Pretendemos encerrar en "determinaciones" nuestras, en cálculos y deducciones, "aquéllo" que así nos es dado, en el misterio inefable?
Decía un poeta que las altas montañas son un estado del alma... ¿Caemos en la cuenta de que esos horizontes sin límites se abren desde el paisaje interior?
Es verdad que cuando desaparecen las "fronteras" un cierto temor nos invade... Ya no es hora de pretender "dominios" porque todos desaparecen. Tampoco es tiempo de "seguridades" ni de conclusiones forzosas. El alma ahora se descubre donde ama. Y también, desde luego, donde todo amor le es brindado. El alma dice: "Te amo con el amor con el cual Tú me amas." Y esto sólo es posible en el misterio de la libertad.
Por ello cuando buscamos el terreno seguro para pisar fuerte, éste se esfuma... No puedo caminar por donde ya no voy. Quizá estuve alguna vez, pero ahora no, ya no, porque en el desierto no hay sendas determinadas. Son los instantes del vuelo y del relámpago, la llamada del Cielo.
-Señor, ¿dónde moras?
-Ven y verás.

Alberto E. Justo

lunes, 9 de noviembre de 2009

Redescubrir, todos los días...

Siempre es grato insistir acerca de lo más bello, digámoslo así... El descenso al corazón, a la ermita interior, comporta el desasimiento que nos eleva, que nos lleva a morar en el mismo Corazón de Dios. Es que, saliendo de las sombras, que parecen abrumarnos y encerrarnos, liberados de las ataduras o de las cosas en las que nos introducíamos, descubrimos inmediatamente esa Presencia inefable que de "modo sin modo" se nos revela como el Único, Aquél que es nuestra Vida, y que nos llama, y que nos da ese "nombre nuevo que nadie conoce sino el que lo recibe."
Es necesario que prestemos entera fe a la Bondad de Dios y a su Misericordia. Nada hay de mezquino en las sendas de la Gracia. ¿Está habituado nuestro corazón a la "generosidad" divina?
Meditemos, con quietud, en ese Desierto Interior. Una y otra vez acogiendo sin reservas, sin condiciones, sin temores, sin reparos... Sí, ha de ser así, sin exigir explicaciones, ni estatutos, ni certificados, ni un más y ni un menos... Así como recibimos la Vida y nos gozamos en el Misterio...
Volvamos incesantemente a lo que es y a lo que somos. ¡Tanto nos habla el Silencio! ¡¡Esa Mirada de Dios!!

Alberto E. Justo

domingo, 8 de noviembre de 2009

Silencio-Soledad-Libertad

El horizonte abierto comporta la transparencia. Se trata del "desasimiento" liberador que nadie arrebata... Desasimiento que es, también, "abandono" y "dejamiento". Soledad, silencio y libertad: en todos los instantes, siempre. La Presencia es liberadora, redentora y divinizadora según gracia... No hemos de intentar ninguna explicación ni circunscripción...

Alberto E. Justo

miércoles, 4 de noviembre de 2009

volver, sin cesar

Las apariencias... A pesar de cuanto exteriormente pueda agobiarnos, la vida profunda se cumple en nuestro interior. En un instante todo puede comenzar, como una aurora, renovándose por gracia de Dios... Volvamos incesantemente a casa, a nuestro claustro interior -que nadie puede demoler- a ese santuario vivo, que no es otra cosa que la Morada de Dios...

Alberto E. Justo

No es tiempo de detenerse

¡Más hondo...! ¿Es posible tanta pretensión? Cuando buscamos "Aquéllo" que no se deja reducir ni expresar... ¿no hemos de continuar sumergiéndonos más allá?
El Silencio responde una y otra vez... Pero hay algo maravilloso que no podemos imaginar... Está demasiado cerca... Estamos demasiado cerca. Y no por virtud nuestra. ¿Para qué "mirar" desde aquí? ¿No hemos de mirar, acaso, desde donde somos realmente "vistos"?
Los rumores y los estrépitos de este mundo son muchos, demasiados, quizá... Pero todo eso es "ausencia" o, tal vez, ocasión para descubrir lo más real del otro lado. No, no es el ruido que, apenas, apenas y siempre, se va. No tiene qué hacer ni qué decir. Tampoco la inquietud: nada tenemos que vender... Sí, hemos de descubrir esa tenue y delicada transparencia que se nos brinda en la oración y en las cosas, que es apertura llena de sentido, apertura del alma, precisamente para ingresar más allá, para ahondar más.
He aquí -siempre- el desierto. El desierto florecido mil veces, infinitamente, en el jardín secreto del corazón. Un desierto "sin confines", decía San Juan de la Cruz.
Más hondo, entonces. A no detenerse.

Alberto E. Justo

viernes, 30 de octubre de 2009



¿Te sorprendes?

Quizá ya no querías imaginar "novedades" poco satisfactorias... Y te topas con alguna de esas vallas que, como en las carreras de obstáculos, te ves obligado a saltar. ¡Bendito sea Dios! ¿Podrás suprimir esos pasos antipáticos, que aparecen sin aviso o porque los "comentarios" y murmuraciones los descubren?
Es hora de valor y de firmeza. Eso, que te parece así, tan desagradable, no existe. Tú mismo le das una entidad y una presencia de la cual, evidentemente, carece. No des comida a las máscaras escuálidas. Resiste en tu andar con coraje y nada más. Esos perfiles que temes se desdibujan una y otra vez, van y vienen, en un mundo perdido y sin luz, en un mundo de sombras, a las que no estarás nunca sometido.
"María eligió la mejor parte QUE NO LE SERÁ QUITADA"
Permanece en silencio y en paz y no temas la eventual lucha, que pudieran provocar esas sorpresas. No temió Antonio en el Desierto.
"Que toda la vida es sueño / y los sueños sueños son." "Que toda la vida (ésta) es Desierto y los desiertos, desiertos son."

Alberto E. Justo

miércoles, 28 de octubre de 2009


domingo, 25 de octubre de 2009

¿Por qué te despides?

No, no te apresures a despedirte de los pasos de Dios, de la "Historia de Dios en tu vida". Cada acontecimiento es una noticia de su Presencia, y en cada acontecimiento has descubierto un rostro nuevo, insospechado, de Su Misericordia. Puede ser que no entendamos bien qué es la transformación de todo... Pero: puerta para algo mayor es siempre el instante, el presente, que deja una faz nueva, que deja una marca, un sello admirable: "Sufrir pasa, haber sufrido no pasa jamás" (Bloy y Berdiaeff).
Ten sumo respeto y delicadeza y verás cómo todo perdura en una dimensión mayor. Cómo nada se pierde en el nivel más alto. Cómo toda tu vida respira ya el aire de la Eternidad.
Alégrate pues en este presente y bendice. La compunción transforma el pecado y Dios te eleva en su misericordia.
Las montañas son pequeñas, el mar inmenso tiene fin y se acaba, la llanura termina en alguna frontera. Tu corazón, en cambio, no tiene confines...

Alberto E. Justo

viernes, 23 de octubre de 2009

¿Respetas tu libertad y la de tu hermano?

Queridos amigos la meditación acerca del misterio de la libertad es oportuna en el campo de la ascesis. ¿Soportas tu libertad y la responsabilidad que comporta? No sea que el "peso" (pondus) de la propia humanidad (por decirlo así) nos abrume...
El "desasimiento" está en relación estrecha con la libertad. Si te liberas de esto o de aquello favoreces, sin duda, la limpidez y transparencia de tu camino. No importa que la comprensión ambiental no sea todo lo satisfactoria que deseábamos. La realidad es una y no puede destruirse por capricho de nadie. De modo que..."levántate y anda." Sin permitir que los riesgos te detengan...
Pero respeta también el misterio y la presencia, y el "palpitar" de tus hermanos. Cuando el hombre confía en Dios de verdad, esa confianza vuelve y se derrama en su entorno... Entonces aprende a bendecir, a alegrarse por el bien de otros. Esta perspectiva, que es la de las virtudes morales, no puede ser descuidada, ni sufre interpretaciones estrechas a pesar de los pretextos que tanto abundan para justificar estructuras o instancias de poder. Generosidad y magnanimidad son caminos de ascesis y de vida.
Confiemos, cada vez más, en Aquél que es nuestra Vida y seamos capaces de gozar con el bien propio y ajeno, en el nunca abandonado camino del corazón y de la profundidad.

Alberto E. Justo

jueves, 22 de octubre de 2009

Pequeño campo ascético del caminante

No permitas que las "informaciones" hagan de tu peregrinación un "ir y venir" sin sentido. No preguntes demasiado ni consultes con exceso. Tal vez cuando preguntamos demasiado, las respuestas tan diversas, acaben por provocar el descarrilamiento que se quería evitar. La "seguridad" nunca es completa ni puede buscarse por sí misma, vale la pena correr un sano riesgo cuando nos ejercitamos, con buena voluntad, en discernir. No, no hallaremos esas respuestas satisfactorias que nos hagan "respirar" satisfechos en los ámbitos menores o en los pasos más exteriores...
Tampoco faltemos el respeto formulando consejos "arrolladores". No nos disfracemos de sabihondos capaces de opinar de cualquier cosa. ¡Tantas veces es preferible callar o recibir con afecto del corazón a quien quizá nos interrogue sobre lo que no sabremos decir... ¡Cuánto importa la delicadeza y la dulzura en estos casos y siempre! ¿No leíamos estos conceptos en los escritos de Dom Porion? Más atrás, en las entradas antiguas, hallarás algo de ello y el principio, siempre actual, de esa "mansedumbre" que tanto se echa hoy de menos.
No olvidamos que el peregrino es un luchador que atraviesa el "caos". Que no halla compensación en estos caminos... Pero la síntesis entre esta firmeza de corazón y la mansedumbre es un objetivo digno de obtener y de alcanzar.

Alberto E. Justo

viernes, 16 de octubre de 2009

Hermoso valle

¡Hermoso valle escondido! Allá se recorta, solemne, el perfil de una montaña cibierta de nieve. Aquí, muy cerca, una pequeña laguna reposa entre las sierras arboladas... La brisa dibuja sus juegos en el agua y las orillas, vestidas de flores y plantas, muy verdes y de todos colores, nos dicen lo que las palabras no suelen expresar. Y recordamos aquello de San Bernardo: "en las selvas hallarás más que en los libros, los troncos y las piedras te dirán lo que no has oído de los maestros."
Confía en la delicadeza de ese paisaje que descubre y reconoce el corazón en su ámbito. Goza con el cantar de las aves y con el murmullo del bosque. Todo eso no está fuera, lo llevas tú... Solo se requiere humildad y sencillez para percibirlo. Todo eso nos dice, una y otra vez, que todavía hay cosas mayores... Maiora videbitis...
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Ni cómo, ni cuándo, ni dónde... Sumérgete en el silencio, que Dios regala, y reposa, sin apresuramientos, en lo que supera cualquier calificación...

lunes, 12 de octubre de 2009

El Misterio

Queridos amigos, el acceso es simple y directo. Quizá las mayor dificultad consista en esta simplicidad que ahora señalamos. Quizá por eso tantos se extravían en consideraciones sin fin, alejándose o pasando de largo sin advertirlo.
Acoger a Quien llega. Sin más. No son necesarias las vaciliaciones. Sólo es preciso liberarse de cuanto se opone en un camino claro y diáfano...
Un Cartujo insistía: "Los textos sobran, lo que dicen los libros es lo que pronuncia Dios en el corazón."
¿Qué se compara a ese gran maestro que es el silencio?

A. E. Justo

sábado, 10 de octubre de 2009

¿Más arriba?

Contemplemos en silencio ese árbol, ese roble maravilloso que está delante, en nuestro camino. El día es radiante, pleno de luz, de sol. Y el cielo, azul intenso, nos convida, nos seduce y atrae nuestra mirada... Robles, araucarias, algunos pinos se levantan hacia el cielo y lo señalan con vigor, siempre en silencio.
Pero esas ramas, esas hojas, no tocan el cielo. Apenas llegan a una altura que alegra nuestros sentidos. ¿Por qué las ramas no alcanzan el cielo? Es curioso que nos detengamos a observar y a meditar acerca de ello. Y seguimos interrogándonos: -¿por qué no llegan al cielo?
La respuesta surge inmediata: -son las RAÍCES las que ya están en el cielo. Esta es la paradoja que tanto nos enseña en nuestra vida. Este es el secreto que cada uno lleva y que no se resuelve con textos, repeticiones, ni "distracciones",y, desde luego, ni "reuniones"... Como la fuente y el origen virginal se alcanzan en el corazón, en la hondura, en el silencio primero... No en la especulación vana ni en consideraciones infinitas, no girando como satélites locos alrededor de esferas de cartón o de papel...
En el Principio...
Quien quiere entender, que entienda...

Alberto E. Justo

jueves, 8 de octubre de 2009

No es imagen simplemente, es real

¡¡Dios está aquí!! Es la oración que ahora nos invita a abrir nuestro corazón...
A pesar de todo y de lo que fuere...

¿Cómo es?

Esta pregunta puede sorprender. ¿Cómo es la "ermita del corazón"? Sin embargo nunca será ocioso ni suficiente volver al misterio de la intimidad profunda y recuperar las figuras más adecuadas para expresar "algo" de lo inefable. Es claro que todo comienza cuando nos atrevemos a "descender"... No es simplemente una alegoría, es lo más posible y real ante cualquier acontecimiento de nuestra vida. Fijémonos bien: dibújase en nuestro horizonte algún tropiezo, alguna duda tal vez, o un dolor del género que sea. ¿Dónde nos hallamos en verdad entonces? ¿Cuál es "nuestra" realidad en los momentos de confusión, de sufrimiento o de angustia? Los santos saben que nunca Dios está tan cerca como en tales ocasiones... Quiere decir que a raíz del motivo que sea podemos "penetrar" más agudamente en nuestro interior.
Y no está mal "imaginalmente" VER esa dimensión en un desierto, en una gruta, tal vez en un templo, o en todo un paisaje que, efectivemante, se abre en nuestro interior. O percibir todo el cielo en el alma. ¡Cómo no! Y regocijarnos en esa soledad nueva que no tiene necesidad de viajes o de cambios inquietantes o fuera de lugar...
La "Noche" es la gran ocasión de la Luz... Eso es lo que hemos de considerar y, a partir de ello, introducirnos más en el ámbito de nuestra intocable e inefable soledad, siempre abierta a Dios, cuando nos "separamos" de todo lo que no es...

Alberto E. Justo

Permanece firme, según tu conciencia

Así es, mis queridos amigos, la hora es muy singular y -añadiría- curiosa. ¿Cómo apartarse de los ámbitos viciados, donde la "exterioridad" asfixiante atropella hasta la buena salud de los viandantes? Es fundamental LIBERARSE de los "lugares comunes", que son los enemigos de la cultura y de la vida... Hay quienes invocan mil reparos y se sumergen en diferentes prejuicios para detener el camino espiritual de los inocentes, ahogándolos en las redes de un pasado que ya no vuelve o en las ilusiones de un futuro que no llegará jamás. El atropello contra el silencio y contra ciertos derechos fundamentales de cada persona ensombrece esta hora, es verdad; y en distintas situaciones y lugares se aplican presiones y sutiles maneras para someter a la mediocridad y a las estructuras carentes de espíritu.
Pues bien, si esto es así: es urgente RESISTIR el embate de tales olas y no permitirles que nos cubran. El hombre puede y ¡tantas veces! DEBE decir que no. Porque hay muchos que no pueden o no se animan y, como decía San Máximo el Confesor, es por ellos, por esos inocentes, por quienes no hemos de callar. Es por quienes no pueden hablar por los que hablamos... O por los que están atados por lazos o por cadenas que no aciertan a romper.
Hay un valor muy grande en la negativa y en la resistencia...
Que estas pobres palabras sirvan para animar a los que -como decía Solzhenitsyn- tienen derecho a "no enterarse", a salir de las afixia y de las humaredas que se despliegan en tantos lugares donde no existe la piedad o el perdón...
Fuerza y ánimo. El Señor no se dignó a dialogar con Herodes. Y personajes de ese género (del de Herodes) abundan en todas partes y se visten con los más diversos colores. Aunque invoquen no sé qué privilegios o "mandos", la conciencia sigue siendo siempre el supremo tribunal.

Alberto E. Justo

martes, 6 de octubre de 2009

No te conformes con esto o con aquello

¿Ya sabemos cuál es nuestro camino? No lo creo... Porque siempre descubrimos, con nuestros mismos pasos, una lección que nos abre más en la profundidad. Quizá aguardamos un momento en el cual podamos reconocernos, por fin, arribados... Ya no habrá más qué hacer... Pero esto no ocurrirá porque en el Amor de Dios siempre podemos crecer más en esta vida. No nos interesan esas "metas" apresuradas que, una vez alcanzadas, nos dejan satisfechos y nada más. La Vida, que es Don, rompe esos diques complacientes (si es que llegan alguna vez) y nos vuelve a poner en camino. El desierto del peregrino, en efecto, conduce a un fin, pero no a una inmanencia chata y horizontal, sino mucho más allá, adonde "ni ojo vio, ni pído oyó lo que Dios tiene preparado a lo que le aman."
Renovada confianza en un descubrimiento mayor, que es rebelde a las "medidas" y a los "modos" y que tiende decididamente a la promesa del Señor: "hoy estarás conmigo en el Paraíso."

Alberto E. Justo

viernes, 2 de octubre de 2009

A pesar de los tiempos y de los lugares

A pesar de los tiempos... Sí, en efecto, las horas que corren dan la impresión de pretender no sé cuáles "imposiciones" que limiten los pasos de nuestra peregrinación o los dirijan en determinados sentidos y... nada más. Sin embargo el desafío de nuestros días es precisamente lo contrario: seguir nuestro derrotero con esas "perturbaciones", a pesar de ellas, descubriendo nosotros mismos la obra de la Gracia divina y la historia verdadera y profunda que se escribe en el silencio de la vida y del corazón. Es hora, sí, de valor y de perseverancia. No vale lo que simplemente ocurre alrededor y de lo cual no advertimos un sentido más profundo... Es hora, pues, de arrebatar las jornadas y transformarlas en lo que realmente son: ocasión siempre de Dios y estímulo para una vida contemplativa más empeñada. Sí, ésta es la paradoja. Enciéndase, pues, nuestra oración y reine un silencio nuevo, que brota -sin duda- del mismo Corazón del Señor.
Descubrir el camino más hondo... Y -ante todo- vivir en la misma Presencia de Dios.

Alberto E. Justo

jueves, 1 de octubre de 2009

sin medios y sin por-qué

Quizá sea urgente no juzgar ciertas demoras según nuestros relojes. Quizá no acabamos de leer más allá de lo que parece inmediato y, en realidad, no lo es. La Divina Providencia todo lo dispone "suavemente" y, desde luego, con el vigor que le es propio, según la delicadeza de Dios. Dejemos, pues, este tiempo que nos agobia y pasemos a ese "otro", que no es según las medidas a las que estamos acostumbrados, sino que se descubre, paso a paso, en la virtud y en la confianza.
¡Cuanto nos falta la confianza! Y, de hecho, sin ella, no logramos salir del laberinto cotidiano que parece ahogarnos...
Sí, es verdad, hay una vida más profunda. Sí, es verdad, aún podemos confiar, entregándonos sin reparo, aunque nos cueste y lo hagamos mal. ¿Qué más da? La cuestión es llegar, aunque tropecemos o andemos un tanto cojos... Pero, DIRECTO. Tal vez "sin medios" y "sin por-qué". "Deja tu cuidado". Descubre el verdadero latido de tu vida en esa intimidad profunda que, a veces -¡tantas veces!- poetas, artistas, espirituales, contemplativos en suma, encuentran donde menos se sospecha. Podrán dibujarse innumerables "muecas", pero la vida, esa vida, la verdadera, late en verdad. Como peregrinos nocturnos, testigos siempre del Señor Jesús, vayamos adelante en esta "noche, más amable que la alborada". Porque el Misterio es amable y siempre seductor. Vive en el fondo del corazón... Amén

Frater Albertus Henricus Justus, O.P.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Anímate, que todo llega

En efecto, no temas los "detenimientos" aparentes en cosas pequeñas y sin sentido. Si te detienes a mirar por ahí verás muchos desmoronamientos y sentirás cacofonías sin fin. Pero el ruido excesivo se destruye a sí mismo. La ansiedad extrema acaba con el andar... No puede pensarse la armonía entre esas feroces contradicciones que resuenan por esos lados y por esos otros parajes, lejanos y cercanos. La estupidez se come la cola y no hay paz entre quienes no la quieren...
Pero el fin llega. No es cuestión de dudarlo. También en tiempos de Noé los hombres comían, vendían y compraban...
No podemos imperar a la historia...

Frater Ignotus

silentium tibi laus

¿Esperar? ¿Qué? Se plantea, muchas veces, esta pregunta en nuestro corazón... Hemos, tal vez, olvidado ese FIN que nunca es lejano. No se trata de juzgar todas las cosas como simplemente perecederas, sino tener clara conciencia de la futura transformación de todas ellas... Jornada tras jornada nos hallamos prisioneros aparentemente de un tiempo que, con signos diferentes, vuelve y vuelve... Pero no es así en modo alguno. El día que esperamos ya llega y ya percibimos, de algún modo, sus destellos. El "día" se torna ALGUIEN, que es el Señor del tiempo y de la historia y el sentido de toda nuestra vida. "Yo Soy la Resurrección y la Vida". Volvamos a meditar incesantemente estas palabras de la Palabra en nuestro interior. No esperamos el resultado de planes ni el destino último de estructuras. No esperamos que pase esto o aquello... No, no es eso, es infinitamente más que todo. Lo cierto es que Aquello está mucho más cerca de cuanto podamos imaginar, como "cerca" está el Principio del tiempo y del espacio... ¿Hemos pensado, alguna vez, cuán próximos somos a nuestro origen? Pues también nos hallamos próximos a nuestro fin. Ya es la Presencia de Aquél en Quien somos, nos movemos y existimos.
Más hondo que los valles y las montañas, más inmenso que la inmensidad del mar, más alto que las estrellas y, no allí lejos, sino inmediatamente cerca... Hoy el silencio es nuestra recóndita alabanza... Silentium tibi laus.

Frater Albertus Henricus, in eremo...

viernes, 25 de septiembre de 2009

Sin método

Seguimos el camino que trazan nuestros pasos en ese desierto siempre nuevo, que es luz y es misterio. Y aprendemos, día a día, que el secreto más admirable para obrar bien, para "actuar", para enseñar y decir lo que sea, es ESCUCHAR. En efecto, la atención del corazón es la maestra que nos permite llegar adonde no sospechamos... No olvidemos la paradoja. Si quieres mucho, abandona y deja. ¿Se trata de no sé qué o cuáles "distancias"? No es eso. Ni distancia, ni no-distancia. Es trascender, "transire" -decía el Maestro Eckhart, porque "más allá" puede ser "más aquí". Recibe y así podrás dar. Recibe y acoge el Amor de Dios y con Él alcanzarás lo que no sospechas.

Frater Albertus

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Si le abres...

Vamos de camino, portando una ermita pequeña, que custodia el mayor de los secretos. Lo más pequeño puede llevar a lo más grande, porque nos adentramos en un misterio que abre siempre más nuestras perspectivas y supera cualquier deseo... La fidelidad a la oración pequeña... Una sola palabra, tal vez cargada de lágrimas, esas mismas que se derramaron en los pies del Señor... ¿Por qué no? Entrar y no quedar fuera, es lo mismo que abrir las puertas y regocijarnos por Su Presencia en casa, donde Él tiene sus delicias en estar en y con nosotros.
¡Oración pequeña, cargada de silencio! En medio del desierto, en medio de la vida, en medio de una peregrinación que no conoce confines... Una palabra puede er LA Palabra... Si el corazón está abierto ¿quedará el Señor afuera?
Vacía, pues, la casa. Y ábrela, ya que Él llama, está a la puerta y llama. Y nada ni nadie puede apartarte de Él.

Alberto E. Justo

domingo, 20 de septiembre de 2009

No desdeñes tu parte

No te detengas ahora. Simplemente acepta estos tus pasos hoy. No será mañana... Fue ayer. Recupera enteramente la paz porque ya llevas un tesoro muy grande. En cierto modo el tesoro eres tú. En cierto modo es así. Es cierto que el viaje no termina esta vez, ni apuro hay para que acabe. Porque cada día, cada instante, es un nacimiento inefable, una aurora, un resurgir en la misma fuente. Y esto en medio de lo que sea y con lo que sea.
Si vas de camino, abiertos los ojos al cielo, no interrumpas este andar en razón de nada. Todo contribuye, nada se opone. Es claro que serás atento a tu libertad.
Todo tu obrar brote de tu corazón elevado, pero no juzgues mal. "Elevado" no quiere decir alto, ni indica comparación alguna. Elige ese ámbito pequeño donde le lleva el Señor y desde allí se descubrirá todo el horizonte.

Alberto E. Justo

viernes, 18 de septiembre de 2009

Mi deseo es "ir" más rápido

¿Adónde? ¿Tan "rápido"? Suponemos que es cuestión de añadir... Una cosa sobre otra. Ganar más, hacer más, lograr más... Necesitamos esas "manifestaciones", siempre exteriores a nosotros, que nos den, que nos proporcionen una certeza que nuestro corazón no alcanza y se fatiga por conquistar...
Digamos lo siguiente: No aspires a ninguna calificación, ni a ninguna definición. Tampoco te esfuerces por adquirir ahora la categoría que sea. SIMPLEMENTE VIVE. El secreto está allí: en arrojarse y vivir. Vive sin la definición. ¿Quieres orar? Pues, ORA. Te preguntarás cómo oras y te responderás que no lo sabes. Si te hallas en el desierto ¿qué importa definirlo o delimitarlo? Aprovecha en profundidad el desierto: vívelo en tu corazón. ¿Cómo llegas a la celda o a la ermita interior? Estando en ellas: entra y vive tu misterio, que es el Misterio que te cubre... ¿Quieres ser poeta? Canta sin aguardar los ecos. Porque si cantas pensando en ellos jamás abrirás la boca. ¿Y si sufres? ¿Cómo se sufre? Pues deja que Dios te levante y te oculte. Y participa, viviendo en "abandono", el gran secreto de la salvación y de la elevación.
Vive hondo en tu interior. Es decir, simplemente, vive. Así descubrirás la Presencia que es tu vida... Nos dice el Señor: "Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida." "Yo SOY la Resurrección y la Vida."

Alberto E. Justo

jueves, 17 de septiembre de 2009

la respuesta del Desierto

¡La ausencia descubre una presencia siempre nueva! No puedes encerrar a Dios en conceptos, definiciones, ni imágenes... Todo ello ha de dejar tu alma libre para recibir, para acoger a Quien ha llegado. ¡Inefable Presencia! Deja, ahora, todo discurso y simplemente abre tu corazón. Nada dicen esas palabras, tal vez muy superfluas, que ensayamos para "determinar" y encerrar también. Deja y abre. La Aurora no está demorada.

Alberto E. Justo

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Cuando el Desierto no responde

Es muy posible, queridos amigos, que intentando muchas maneras de comunicación no se reciban las respuestas que aguardábamos. Este "silencio" es muy grande y es, también, muy elocuente. Sobre todo cuando arriesgamos "algo" de nosotros mismos, porque toda "comunicación" que brota del corazón comporta un cierto riesgo. Pues bien, esto puede llegar a ser mucho más frecuente de lo esperado... Pero el "silencio", éste de la ausencia y del olvido o de la indiferencia, es una lección admirable. Es algo así como una "palabra" de Dios que nos invita a un "desprendimiento" cada vez mayor para dejarle a Él todo el lugar que otras cosas usurpan. Desasimiento que lleva a reconocer que la abundancia de intermediarios perjudica la vida espiritual. Ir a Dios sin temor y directamente. Muchos quedan atados por duras cadenas, no sólo a sus propias y estúpidas ambiciones, sino a "misiones" imaginarias que poco tienen que ver con la vida que reciben de Dios. "Desprenderse" es lo mismo que "liberarse", que respirar un aire nuevo que se desata allí donde no sabemos ni podemos sospechar. "Deja tu cuidado entre las azucenas olvidado", nos dice San Juan de la Cruz. Deja y no retengas soñanado con no sé cuáles respuestas que, después de todo, no causan alegría. Es hora de sumergirse más en el Misterio y confiar, sin temor. Confiar, a pesar de todo. E invocar al Corazón de Jesús y al de su Madre Santísima, nuestra Madre, dejándonos "cubrir" por Ellos en el secreto paraje de nuestra alma. Coraje siempre y ¡adelante!

Alberto E. Justo

lunes, 14 de septiembre de 2009

peregrinos del cielo

¡Qué grande es el horizonte en el alma! Las pruebas, esas "fuentes" con las que tropezamos y nos dan un buen baño a cada trecho, tienen el sabor de la bendición... El sabor de una novedad muy rica y profunda, que nunca debe atemorizar. Somos peregrinos de los cielos. Podrán apresar nuestro cuerpo, pero nunca nuestra alma. Así resuena este soplo de libertad que se genera en el corazón y empuja a descubrir y a seguir siempre más allá.
Confianza en Aquél que nos conforta. Una y otra vez: INSISTIR. El hombre vuelve y vuelve, elevándose más, cada vez. Como las oraciones breves, como las aspiraciones en nuestro interior, vuelven y tornan y raptan y levantan, porque el Espíritu Santo es ahora Fuego que desciende de lo alto y enciende y se lleva consigo a quien reposa en el altar de su corazón.
Que nuestra oración, en esta fiesta e la Exaltación de la Santa Cruz, se eleve con la misma plegaria del Señor, entregando todo al Padre en el Espíritu de Amor.

Alberto E. Justo

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Misterio y Cruz

Cabe una pequeña reflexión... Muchos son los que persiguen un mayor tesoro o, simplemente, el camino adecuado, en peregrinaciones y en determinados lugares. Otros siguen largos aprendizajes, o cursos especializados, en procura de la idoneidad necesaria en cualquier camino espiritual. ¿Lugares, tiempos...? Sin duda todo es interesante y recomendable, según la vocación de cada uno... Yo deseo subrayar aquí un lugar y un tiempo, un particular "santuario" que dispone y enseña y abre a una experiencia única... Me refiero al "sufrimiento". Y, claro está, no al "sufrimiento" así no más en "abstracto". Trato de señalar a éste o a aquél. A éste o a aquél padecer en el misterio y tantas veces en el silencio, escondido a cualquier medida, peso o valoración humana. Es la dimensión insospechada: el valor de esos pasos dolorosos que abren una perspectiva y nos introducen en un ámbito que no sospechábamos ayer. Es el Camino del Señor que transforma y transfigura. Es Su Camino, es Su Noche. ¿Podemos velar con Él, al menos, una hora? Es esta una vocación y un sentido. Un sentido bien profundo. Es algo que da una profundidad inigualable a la vida. Una escala que lleva muy alto... Pero que no hemos de buscar a propósito y por sí misma. Sólo cabe recibirla y ascender humildemente y en silencio por sus peldaños, porque su mayor riqueza es que sólo la conoce Dios. Nunca haya desesperación ni se caiga en el engaño de ninguna ilusión... Aquí se trata de seguir, en silencio, al Señor. Aquí se trata, también -¡cómo no!- de mucho más. Estar en Él; ser, por gracia, lo que Él es...
Déjate introducir en ese misterio de la vida divina que se dona y que nace en tu corazón...

Alberto E. Justo

martes, 8 de septiembre de 2009

Silencio y Espíritu

El descubrimiento del silencio, más allá de todo lo exterior, comporta una lucha y la adquisición de un hábito. Los fantasmas que se desencadenan a nuestros pasos pretenden declarar imposible la superación de las circunstancias, fáciles o difíciles, para nuestro fin. Ahora bien, la convicción de la dimensión sin medida de lo escondido, la certeza de lo que es, es decir del "contenido" profundo, de la profundidad de todas las cosas, del "sentido" que poseen y de que lo no-manifestado es siempre mayor, es ya una ayuda importante para abrir un paso "a través" y aproximarnos al misterio y a la trascendencia. Memoria de lo secreto. Certeza de la Presencia. Aceptación de que lo mayor prefiera celarse... Gusto y alegría en trabajar en la aventura de descubrir... Todo ello es una invitación para dar con lo no sospechado, para alcanzar lo que nos supera: "que ni ojo vio, ni oído oyó..." La atención a esta dimensión que poco a poco se abre y se proyecta en nuestra peregrinación nos coloca en un camino siempre más alto y más empinado.
La plegaria es , en esta aventura maravillosa, la respiración nuestra. La oración nos revela la Presencia y cuál es el mejor camino, el más corto, para esa unión inefable que no podremos expresar jamás.
En Él, con Él... El Espíritu ora en nosotros, y nos regala su respiro. Participando de Él, viviendo de Él, entraremos en el silencio inefable que supera toda imaginación y todo deseo.

Alberto E. Justo

domingo, 6 de septiembre de 2009

Apertura escondida

A pesar de cualquier distancia, el espíritu salta por encima de de todo límite y nos lleva adonde nuestro corazón prefiere. Redescubrir el desierto y la oración profunda comporta trascender, a cada paso, las fronteras que se levantan y que parece que obligan a no volar... Volviendo al corazón descubrimos esa "apertura" escondida que no se deja conquistar al primer intento. El cielo está abierto y no lo advertimos... Es hora de descender al corazón para conquistar esas alturas insospechadas que tanto ansía el alma... Es la ocasión, como siempre aquí y ahora

Alberto E. Justo

jueves, 3 de septiembre de 2009

Padre Nuestro...

Asómbrate... El Señor llega. Permanece en silencio y en paz. ¿Por qué temer? No es tan grande el "poder" en este mundo que siempre tenga que despertar "temores" y producir "sustos". Nada de eso. La sencillez del niño, la vocación del más pequeño, es la mejor invitación a la grandeza y a la gloria. ¿No queremos entenderlo? ¿No acabamos de aceptarlo? Y sin embargo el tesoro está allí. El pequeño, este pequeño, siempre tiene Padre. Ven al Padre, déjate levantar en sus brazos, en su amor infinito. ¿Dónde hallar la comprensión y el afecto que siempre se echan de menos? No perdamos tiempo y entusiasmo con mediaciones o problematizaciones. El camino que se nos señala es directo. Directo y simple. Redescubramos esa dichosa intimidad que se nos regala y demos siempre el testimonio de la alegría que brota del corazón sin ficciones.

Alberto E. Justo

Vendremos y haremos en él morada

En el "fondo" nada hay violento... Descender a lo hondo del corazón es el camino de la paz... Todo es ahora. El Señor no nos llama "para mañana", nos llama para hoy: ¡YA! Así es. La aspiración del alma consiste en "dejarse aspirar". La ternura de Dios no conoce interrupciones. A cada instante. Esta es la ocasión propicia. Y si percibimos silencio y vacío; si parece que nos envuelve la soledad, no dudemos en absoluto, no nos detengamos en nuestro abandono y en nuestra confianza. El silencio nos enseña a pasar más allá o a descubrir esa intimidad siempre nueva, que es la del "fondo del alma", "lugar" de sólo Dios. El Padre no deja de llamarnos... Y nos llama viniendo. No se trata de una "voz" lejana, allá, como un eco en las montañas. Es Él mismo aquí y ahora, de un modo, desde luego, inefable. Y no diremos más.

Alberto E. Justo

miércoles, 2 de septiembre de 2009

En un solo instante

Nada más inmediato y posible que la adhesión profunda del corazón. En un solo instante puedes salir de los estrechos límites que te ahogan para hallarte bajo el cielo abierto y azul, más arriba y en el destino más insospechado. Quiérelo con toda el alma, acepta la invitación y la vocación de Dios, acogiendo su gracia y, ante todo, disponiéndote para recibirlo a Él mismo... Es un instante, es el instante, ese presente único, que se te brinda y que acogerás con entera confianza. Quien confía es, al mismo tiempo, generoso. No hay generosidad sin confianza. Y quien se arroja de esta manera cae siempre en el Corazón de Dios. Muchos se detienen y por eso no llegan jamás. Se detienen en esas "burocracias" que multiplica la "inseguridad" humana, del brazo de escrúpulos que el enemigo favorece para cortar y romper. Es ese que siempre dice que "no". Dios, en cambio, te invita y Él mismo te levanta y te lleva. No temas el desierto. Deja consideraciones y dependencias sin sentido. Tu corazón ha de latir en libertad para Dios. Aquí y ahora.

Alberto E. Justo

domingo, 30 de agosto de 2009

El escondite del silencio

Hoy sabemos, por la experiencia de cada día, que nuestros tiempos parecen haber desterrado el silencio. Los ruidos se multiplican de mil maneras, pocos pueden resistir algunos minutos sin decir "esta boca es mía", sonidos, alarmas, llamadas, operaciones de todo tipo, aparatos y equipos que producen de todo... ¿Entonces? ¿Es imposible vivir el silencio en estas horas nuestras, donde por gracia de Dios nos hallamos?
Si contemplamos la realidad con cuidado comprobaremos algo muy importante: el sonido es efímero, externo, y afecta sólo la superficie... El "centro" de las cosas y de la vida, lo profundo, es enteramente silencioso. Es urgente mirar hacia adentro... Es urgente detenerse MÁS ALLÁ. Es posible observar una planta admirando su vida, su principio, su sentido. Cuando algún estrépito nos mortifica es preciso despertar la PIEDAD en el corazón, que nos permite juzgar las cosas no como molestas o agradables, sino según un sentido superior: quizá el papel que juegan en la historia de la tragedia humana.
Los pasos de la historia son silenciosos. Su sentido no grita. Quizá clama, precisamente en silencio, con una plegaria ignorada, la propia de los peregrinos que tienden a un fin más alto e insospechado. Por ello enmudece. Sí, enmudece por un asombro que detiene el andar apresurado y carente de paz... Es posible, y muy posible, dejar que la consideración de estas cosas ascienda a la superficie. Pero sólo puede lograrse por medio de un respeto renovado y con la delicadeza propia del alma que abre los ojos al misterio del ser...

Alberto E. Justo

sábado, 29 de agosto de 2009

¿Estamos realmente solos?

Se ha dicho, con toda razón, que nadie está menos solo que el solitario que abre su corazón a Dios. Esto es verdad. Pero me atrevo a añadir que ciertas experiencias, cuando se padece la soledad y el abandono de la "noche oscura", invitan -aunque parezca una paradoja- a prestar entera fe y confianza a la Presencia inefable... No, no vamos solos. Nuestro camino es, siempre, camino de Dios. Y en esos momentos de prueba, cuando nos damos cuenta de la impotencia, cuando nos envuelve no sé qué indignación ante el mal inevitable, nos hallamos, de golpe, en la oración del Huerto, sin otra explicación. La fatiga nos ahoga, el camino parece no acabar, las vueltas y vueltas se hacen más dolorosas por lo imprevistas... Todo esto es así, pero cada vez la soledad disminuye para llenarse toda de Dios.
De nuevo... "No temas". Las peores intrigas de este mundo (de cualquier mundo, aunque tenga no sé cuál "prestigio"), no son, no existen. Sabemos que en nuestros días abunda el resentimiento y la envidia, cuanto falta la misericordia y se echa de menos la compasión. Y esto en los ambientes donde la magnanimidad y la pureza debieran brillar hasta en los gestos más pequeños. No ha de importar constatación tan dolorosa, sino animarnos a confiar , cada vez más, en la Presencia inefable de Dios.

Alberto E. Justo

Las puertas de la soledad

"Si te vas hacia la "soledad", aun dejando tus equipajes, todos conocerán tu partida e irán a despedirte. Algunos sabrán apreciar tu vocación y se encomendarán a tus plegarias. Otros la menospreciarán y fingirán, en el mejor de los casos, una comprensiva sonrisa. Y, desde luego, cuantos te conozcan o te sospechen podrán señalarte, decirse y decir: "He ahí a un ermitaño,a un monje, a un solitario..." Te darán puntaje, algunos diez, otros cinco, otros nada. En suma, se te llamará o reconocerá por una actitud exterior a tu persona y no por tu nombre verdadero.
"Pero si el Señor te llama a esa otra soledad escondida, en el desierto donde ya te encuentras, a desearlo ¡tanto! en la noche oscura, a vivir con Él y en Él...; entonces nadie te dirá solitario, porque nadie te verá realmente como eres, oculto y escondido donde Él te lleva, pero serás más monje que los monjes y más filósofo que los filósofos."
(Alberto E. Justo "El Desierto es la ciudad" Meditaciones. ECUAM. Buenos Aires 1992. Pág. 23)

Sigue, ahora: no temas...

A pesar de lo que fuere... Nada es como el Don de Dios. Cuando invitamos al reposo y a la paz es, sin duda, porque esa es la perspectiva y ese el ámbito de quien se abandona en el Señor.
Ahora bien, es necesario "correr el riesgo", es decir: arrojarse sin dejar mucho lugar a las dudas y a las vacilaciones. De estos titubeos habrá siempre, pero una cuota más alta de coraje acabará siempre por llevarnos más adelante.
El Señor nos invita a la confianza. Es cierto que la necedad y la imprudencia aparecen por todos lados. Hoy es posible, y muy posible, sufrir sorpresas y desconsideraciones en el lenguaje y en los hechos. Pero es necesario renunciar a darles alguna importancia. No, no dependemos del variable carácter de los "otros". Tampoco de los antojos pasajeros. Cuando recibimos noticia de todo ello será bueno apartar la atención de lo que no cuenta.
Nuestra atención no precisa "refuerzos" de ningún tipo. Me refiero a que no tenemos necesidad ni apuro de enlazar o de asgurarnos de nada y mucho menos de nadie. Ni "esclavos" ni "esclavistas". La amistad verdadera es "desinteresada". Donde hay interés o utilitarismo, donde se pretende "sacar provecho" de personas y de cosas: todo se derrumba. El Señor nos da su Paz.

Alberto E. Justo

viernes, 28 de agosto de 2009

Con Dios todo es distinto

He aquí otro texto de Dom Porion: "La Santísiam Virgen es comparada con la aurora en el 'Cantar de los Cantares' porque es el principio de una nueva creación:'¿Quién es esa que surge como la aurora?' (Ct.6,10). Con su concepción inmaculada, la historia del hombre recomienza y todo es claro de nuevo: ella es una materia intecta, perfectamente pura y dócil, de la que será hecho el Nuevo Adán y también nosotros con Él si queremos dejarnos recrear. Porque la santísima Virgen no espera sino nuestra buena voluntad y, por fin, el gesto sin reservas de un abandono verdaderamente filial para lavarnos en su inocencia. A nosotros nos toca entregarnos a su mirada, de la que se dice, también en el Cantar, que es semejante a un lago -'Tus ojos son como las piscinas de Hesbón' (Ct. 7,5)-, a un agua perfectamente límpida en la que somos desprendidos y librados de nosotros mismos para ser inundados de la vida divina.
"En el régimen de la gracia -de esta gracia de la que María está llena y que dispensa a merced de su amor maternal- la recompensa se da antes del mérito, la riqueza y la felicidad se prodigan antes de la prueba. Éstos son los procedimientos propiamente divinos. Los hombres son incapaces de esta liberalidad porque ellos no son fuentes de bien, sino depositarios temerosos y pusilánimes. Tanto en la educación de nuestros hijos como en nuestro comercio y en nuestra justicia, nosotros en primer lugar ponemos las condiciones y las amenazas de sanciones; no acordamos el precio más que después de haber obtenido la tarea, a cambio de servicios o garantías.
"Pero con Dios todo es distinto. Desde el momento que el pecador apela a Dios, recibe justamente lo que no tiene precio: la herencia de la Sangre divina y la dignidad de hijo. Su corazón es liberado por la victoria de Cristo, es colmado de este triunfo puro, y después, una vez armado ya de nobleza y alegría, es cuando se le invita a combatir, cuando ha de aportar su trabajo y su fatiga en la medida de sus fuerzas. Tal es el gobierno del Reino de Dios, la prudencia de la santísima Virgen, la economía de la 'Casa de Oro.'
"Los caminos de Dios son distintos de los nuestros, hasta el punto que muchas veces no los comprendemos. No nos atrevemos a creer en esta dignidad, en esta libertad que se nos ofrece; casi llegamos a no fiarnos de la generosidad de Dios. Ignoramos sus dones esenciales desde el momento en que abusamos de bienes inferiores. Y la falta de fe y de confianza nos paraliza. No hallamos fuerzas para seguir el sendero desviado por el que pretendemos caminar, porque la timidez y la angustia sofocan lo mejor que hay en el hombre.
"Abramos, pues, nuestros ojos y nuestro corazón en una perfecta soledad con Dios; recojámonos y tomemos conciencia de lo que Él nos da, de lo que Él es para nosotros. Nuestra fortaleza y nuestra paciencia tan solo pueden ser sólidas si una y otra proceden de una profunda felicidad.
"A veces parece que tememos reconocer la santidad, como si se tratara de unos bienes materiales de los que uno se ve privado si otro los posee. Pero éste es un sentimiento que se apoya en una ignorancia completa de esta realidad. Lo que se da a los santos y, en primer lugar, a María, se nos da también a cada uno de nosotros. Esto es necesariamente así cuando se trata de bienes espirituales, puesto que la fuente de donde proceden es infinita e inmediata y su esencia es la caridad: quienes los reciben no lo hacen más que no reteniendo nada, más que transmitiéndolos sin reserva alguna.
"Embriaguémonos de los privilegios de María, cuya plenitud Ella nos ofrece..." (Un Cartujo "Felices los que creen" Monte Carmelo.Burgos 2009. Pp:33-35)

jueves, 27 de agosto de 2009

¿Dónde estás ahora?

Esta pregunta, queridos amigos, tiene una magnífica respuesta: -estamos donde reposa nuestro corazón... Quizá teme el hombre hallarse ¡tantas veces! donde no quiere... Y, sin embargo, esto es imposible porque... "más está el alma donde ama que donde anima". Y esto, desde Platón, lo han enseñado todos los grandes maestros espirituales.
Estás allí donde quieres y tu corazón elige, allí mismo, donde amas, donde está tu reposo y tu predilección, aunque los senderos exteriores de este mundo sean harto ásperos y los ideólogos y los maestrillos cercanos y lejanos pretendan otra cosa. Nadie te quitará esa LIBERTAD de tu alma... Aunque presionen unos y otros y te quieran calificar al antojo de la moda, o del miedo, o de la necedad, tan frecuente. Permanece firme donde están los verdaderos bienes y no te dejes arrastrar por las estructuras, que siempre se procuran justificativos del corte que sean. Estás donde se halla tu corazón y donde tu alma desea. Desea estar en lo alto, "sobre toda temporal creatura levantada", como decía San Juan de la Cruz, y llegarás en un instante al punto maravilloso que descubre la virginidad de tu alma. Habita la parte escondida del mundo, que es el camino del Cielo.

Alberto E. Justo

martes, 25 de agosto de 2009


SER CONTEMPLATIVO II

(Continúa el texto de Dom Porion)
"Otra virtud que nos deslumbra en María, y en la que sin duda ante todo hay que poner el acento, es la pureza. La Virgen santísima es como la encarnación de la pureza, y ésta, por otra parte, está tan íntimamente ligada con el don de sabiduría, que puede llamársela la virtud esencial del contemplativo. No se trata solamente de la abstención de los pecados de la carne, sino de la delicadeza de un espíritu que se reserva para goces más elevados. Ser puro es saber establecer y mantener la soledad del alma con su Dios, rehacer interiormente el Edén.
"Sabemos que el Paraíso terrenal es figura de la santísima Virgen, reserva inaccesible al siglo, lugar de las delicias, sin mancha y sin conflicto donde será colocado el nuevo Adán. Esta figura representa también al alma contemplativa: jardín cerrado en el que reina la felicidad de recibir la vida divina en un recogimiento comparable sin duda al que reinaba en la naturaleza inmaculada en la aurora del mundo. Es necesario que no haya nada ni nadie entre Dios y el alma, sino que exista esa libertad virginal del primer instante: entonces se repite y reitera sin cesar una nueva creación: la generación en nosotros del Hombre-Dios.
"¿Qué conclusiones podemos sacar en la práctica de estas breves reflexiones acerca de las semejanzas que han de unir nuestras almas con la de nuestra Madre? Tomaremos la resolución de rechazar las preocupaciones extrañas. Beberemos, mediante el recogimiento, en las fuentes más profundas de nuestro ser. Nos guardaremos, como María, para la alegría más hermosa. Preservaremos esta alegría única en medio de los sufrimientos, separaciones y temores, con el fin de que llegue a su plenitud y se derrame consoladora, y se una finalmente con la alegría de Dios, que aparecerá como la realidad única cuando haya pasado la figura de este mundo."

Nos alegramos también nosotros por estas palabras, que adoptamos plenamente...

SER CONTEMPLATIVO

Ofrezco a mis hermanos y amigos lectores este maravilloso texto de "Un Cartujo" (Dom Jean Baptiste Porion), publicado ahora en "Felices los que creen", Monte Carmelo, Burgos 2009; pp.103-106, y que dice así:
"Ser contemplativo es recibir al Verbo divino, concebirlo espiritualmente y no vivir ya con Él más que una sola vida. Por tanto la Santísima Virgen es el modelo de los contemplativos, es la Madre de la Verdad, como lo es del amor Hermoso. A nosotros nos corresponde imitarla como hijos generosos y fieles.
"Los símbolos que ilustran el misterio de la misión de María son también para nosotros los símbolos del alma que ama y posee a Dios en la soledad interior: Torre de marfil, Casa de Oro, Fuente sellada, Espejo de Justicia, Arca de la alianza... Las virtudes de la santísima Virgen, los dones que manifiesta y las gracias que irradia, son las virtudes por excelencia, las condiciones y los privilegios de la vida contemplativa.
"Según el himno que cantamos en las Vísperas de sus fiestas, la santísima Virgen se distingue por su dulzura, su mansedumbre entre todas las mujeres, entre tantas vírgenes y madres a quienes Dios, sin embargo, ha concedido el don de ser dulces y de las que esa misma dulzura es su fuerza y su poder. Pero todo lo que es virginal o maternal María, Eva nueva y espiritual, lo posee por excelencia.
"Se ha dicho que la mansedumbre es el resumen de todas las virtudes cristianas. Está compuesta, sobre todo, de paciencia y de benevolencia, de respeto y de amistad para todas las almas, e incluso para todos los seres, pues una persona delicada lo es con las cosas y con las personas. En el fondo, es un asentimiento a la voluntad de Dios en todas sus formas, una tierna conformidad con todo lo que sucede; es también la actitud que se requiere, en primer lugar, en aquel que desea purificar y despejar su mirada interior. No hay vida contemplativa sin una inmensa paciencia. La luz no penetra sino las almas pacíficas. La tranquilidad es la primera disposición requerida para que las profundidades del espíritu se hagan transparentes. El arte de contemplar las cosas divinas es el arte de tener calma.
"La dulzura está compuesta de indulgencia y de misericordia, de una lucidez que hace ver a cada ser desde la claridad divina, conservando sólo aquellas razones que nos ayudan a tener confianza y amar. San Juan de la Cruz ha señalado con mucha fuerza hasta qué punto esta benevolencia es indispensable para todo progreso interior. Nuestra vocación es verdaderamente virginal y mariana. La santísima Virgen no ha tenido que condenar al mundo; éste se ha rendido a su dulzura y mansedumbre. Así ha de ser el alma contemplativa, cuya misión no es la de ser juez de los hombres sino la de ser de Dios." (CONTINÚA en II)

lunes, 24 de agosto de 2009

Un deseo más grande

He aquí un bello texto de Isaac de Nínive: "DISCIPULO: ¿Cómo puede el hombre salir completamente del mundo? MAESTRO: Por medio del deseo (suscitado) por la memoria de los bienes futuros, aquellos que la divina Escritura siembra en su corazón con la dulzura de sus versos colmados de esperanza. Porque el pensamiento no puede despreciar sus amores anteriores hasta que no surja un deseo más excelso que se contrapone a aquellas cosas que se juzgaban eminentes y agradables y que poseían al hombre.
"Por sus obras se conoce lo que cada hombre desea, pues tenderá a pedir en la plegaria aquello que lleva en su corazón, y tendrá cuidado de manifestar también en sus obras exteriores las intenciones interiores de su plegaria.
"Quien desea intensamente las cosas grandes no se preocupa de las pequeñas.
"Cuando en ti el deseo por Cristo no es tan fuerte como para hacerte, por el gozo en Él, impasible a todas las aflicciones, has de saber que en ti el mundo vive más que Cristo. (...) Lo que vive en ti es aquellocuyo amor tiene sobre ti un poder más grande."

Isaac de Nínive "El don de la Humildad" Salamanca 2007. Pp. 98-99.

sábado, 22 de agosto de 2009

Este silencio... responde

Permanece abierto ese interrogante que apremia y que invade, de algún modo, todas las horas. Las aguas, sobre las que navegamos, parecen agitadas en exceso. La pregunta se reitera y nos quedamos aquí no más, sin saber, sin obrar, casi afectados por una especie de parálisis que no nos deja andar. Este "lugar" o punto de partida es territorio de angustia y de ausencia. Dejamos, pues, que el interrogante resuene porque no halla respuesta... Es apertura a un dolor que da la impresión de no acabar...
Pero no hemos atendido, no hemos -hasta ahora- escuchado el latido profundo. Perdimos el tiempo buscando tan lejos lo que está oculto dentro... ¿No es así?
La verdad, que tanto ansiamos, no se halla en textos de ningún género. Al menos en ese grado que requiere nuestro corazón. ¿No cantaba San Juan de la Cruz que ya no quería mensajeros, que no le dijeran su deseo?
Cualquier peregrinación penosa lo revelará en poco tiempo. En los días que corren parece que el silencio vuelve a imponerse como camino y como respuesta.
Nuestra oración tampoco consiste en textos, ni aún en palabras de no sé qué corte, sonoridad y estilo. Me parece que la luz, que lo sublime, se halla superando el límite angustiante de hechos y de cosas.
Es la hora de detenerse y percibir los latidos del Espíritu, luego de haber confiado y acertado en su Presencia e Intimidad.
Es verdad que nunca nos sentimos dignos de nada... Y si esto obedece a la realidad, también (y mucho más) es realidad luminosa la Presencia de Aquél que incesantemente nos busca y llama a las puertas del corazón. No nos apartemos jamás de esta Ternura Infinita.
Después de después... El tiempo sella y sella. Las horas han pasado y nos siguen enseñando a trascenderlas. Por encima del tiempo y más allá del espacio. Mucho más hondo y arriba... Por donde el temor no acecha, ni los dominios o dominadores amenazan. Por donde desaparecen esos "medios" y los "por-qué" callan... Carecen de sentido las... "cadenas"... No hay ya fronteras.
Dificilísimo y simplicísimo. Alguien lo dijo así, y seguramente tenía razón...

Alberto E. Justo

viernes, 21 de agosto de 2009

Habitar el Misterio

Es hora de amanecer. Resuena la Aurora con armonías seculares -siempre nuevas- que no hemos de describir... Descubro en el horizonte, en las montañas, en el mar, "algo" del secreto de la hondura interior. El horizonte, que parece lejano, es un "reflejo" del corazón y de la interioridad. La realidad exterior, sobre todo la "naturaleza", está ahí para enseñarnos a leer. He pensado en la "densidad" de la historia y en los tiempos pasados que, de algún modo, se perpetúan en nuestra sangre y en nuestra conciencia.
¡Ah, la pequeña semilla! Pero la pequeña semilla es "enorme". Basta una mirada serena para darnos cuenta de su asombrosa potencialidad.
Allí anida esa belleza inexplicable, insospechada siempre, imagen y reflejo del Creador, de su presencia y de su operación.

¡Pequeña llama! ¡Tantas veces encendida y animada, renacida siempre más honda! De las manos de María pende esa corona, signo de luz y de vida...

Desde donde te encuentras y "en" donde te encuentras, todo lo alcanzas. De lo pequeño a lo máximo, de la nada al todo. El "todo" en la "parte"... ¿No ves la "dicha" y la "sonrisa" del fragmento, que se goza en su pura pequeñez?
También donde te encuentras... puedes decir que "no". Puedes desprenderte de todo aquello que "no-es". Aunque te duela y experimentes nueva soledad... Aunque arriesgues lo que arriesgues... Acepta tu lugar y tu circunstancia desprendiéndote de lo que sea, sin huír ni escapar.
¿Crees que los ruidos y las cacofonías de este mundo pueden ahogar los encantos del alma y del espíritu?
Permanece en la altura dichosa de esa montaña que es tu corazón... No tiene límites... Su cima es el Cielo... Y solo por el alma se sube al Cielo.
Mira: cuida y cultiva tus mejores sentimientos. Ten los mismos sentimientos del Señor. Envuélvete en su Misericordia. ¿Qué más? Mucho, infinitamente más, es lo que callamos. ¡Ah, maravilloso abismo, hondura infinita! Enciéndase tu amor con Aquél Fuego... que no hay otro. Ni otro Amor tampoco... ¡Lámparas de Fuego!

Alberto E. Justo

lunes, 17 de agosto de 2009

Descenso

Sabemos que vamos sumergidos en el Misterio que nos excede... La hora del "descenso" es ésta y no hemos de descorazonarnos cuando sufrimos lo que no aguardábamos. Topamos con la cizaña, es verdad, pero no podemos circunscribirla ni definirla. Seguimos al Señor en sus "pruebas" y el desconcierto -¡tantas veces!- puede convertirse en oración. Más que nunca atendamos a aquél incomparable "no-temas" con el cual los ángeles anuncian las cosas de Dios: -no temas, María, -no temas, José, -No temas, Zacarías... Allí está David, derribando al gigante... ¿No creemos, acaso, en ello? ¿Dónde está nuestra confianza?
Las pruebas son el nihilismo y la necedad... Pero la vida, que nos ha sido dada, late en nuestro corazón y en el Corazón de Dios.

Alberto E. Justo

Escucha...

En el "silencio". Aprendamos a "escuchar". Sin forzar nada, sin reclamar nada, sin aguardar esta o aquella respuesta... Dejemos a un lado esa insistente fantasía o las expectativas de lo que sea. Simplemente, "sin modo" y "sin por-qué". Atención serena y escucha en la paz. Hay mucho que oculta, pero también manifiesta y revela que es más allá o, desde luego, más aquí.
Pero sin presionar. Sin "por esto" o "por aquello". Dejemos una y otra vez. No importa que tarde. Es verdad, deseábamos que fuera ya, ya mismo. Pero no es ya mismo porque es "mucho más". Eso tan grande no cabe en mi impaciencia ni en mi porfía por hacer y porque me oigan los unos o los otros. Ahora: SILENCIO, silencio porque ya está.

Alberto E. Justo

domingo, 16 de agosto de 2009


Dios está aquí

... Con los últimos pasos se derrumbaron los escalones y los puentes que juzgábamos indefectiblemente tendidos... Llega la hora esencial.
Has visto... Dios nunca está lejos. Dios es infinitamente más que cualquier nombre... No hay modo. Es en esa intimidad, de la que no puedes hablar, donde lo hallas y te halla. El Señor te encuentra y viene cada vez de un modo nuevo, indefinible.
El alma en su cima, se abre sin horizontes que la limiten. Descúbrese el corazón en su mismo Centro, que es Dios. No, no busques fuera o lejos. Aquí, aquí mismo es. Y nada se repite. No podrás jamás hacer doctrina o diccionario de lo que se renueva en plenitud a cada instante.
No esperabas que el Señor así llamara a tu puerta... Precisamente a "esa" puerta, la menos "sospechada", por donde menos podía aguardarse... lo mayor.
A esta luz todo halla sentido, y esplendor, y belleza. Y tú lo sabes -hermano- brillará esta luz al final de los tiempos y se manifestará como lo que es, que a sólo Dios pertenece. Levanta el alma y reconoce el misterio.
Mira como se custodian secretos y melodías en tu corazón, que hacen, ahora, de cortejo admirable... Todos los telones caen, los tendales se derrumban y desaparecen las vallas que limitaban y multiplicaban distancias y ausencias.
Deja, deja una y otra vez todo lo vano y lo que no es.
¿Quieres orar en verdad? Es tu vida, tu respiro, tu sangre. ¿Cómo orar siempre? Cuando, en primer lugar, no pretendes "sentir" nada... Huye de las explicaciones. Y atiende solamente a lo que en el instante de y en tu corazón brota y nace: el Santo Nombre de Dios, que no encerrarás jamás en ninguna expresión, ni modo, ni medida. Será nuevo cada vez y resonará en la Eternidad. Porque no eres tu solo el que ora. El Espíritu ora en nosotros...

Alberto E. Justo

El sol de la aurora

El sol de la aurora, el primero de la mañana, ya toca el alma...
El sol se levanta en el horizonte y también en el corazón...
¿Has visto cómo sonríen las rosas?
También los jazmines en el jardín de mi casa.
Las flores educan en la sonrisa.
Resplandecen en un canto sereno,
el de su sola presencia.
No huyas ante las nubes...
Sobre ellas -despejado-
se abre siempre el cielo...
No te asusten los sonidos...
bajo ellos -escondido-
está el silencio...

Alberto E. Justo

Tú eres, eres Tú

¡Señor! Quien vuelve al corazón te encuentra... No se hallará jamás solo. Decir "corazón" y aún "desierto" es aludir, balbuciendo, a tu Presencia. La "interioridad" no es "vacío". Interior eres Tú. Puedo imaginar la mayor belleza de este mundo y de todo el cosmos... Pero infinitamente más hondo eres y estás Tú. No basta las inmensidad de todos los desiertos, ni la hondura umbrosa de todos los valles, ni la grandeza del mar, ni las montañas, ni la altura del cielo. Tú eres, sólo eres Tú.

Alberto E. Justo

jueves, 13 de agosto de 2009


miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Has sido llamado al... Desierto?

Me detengo a traducir un texto de Dom Gabriel Bunge, sacado de su obra: "Akedia, il male oscuro", Edizioni Quiquajon. Comunità di Bose. P. 20; y dice así:
"... El monaquismo de los orígenes tenía la clara conciencia de que en el Desierto hallaría al príncipe de este mundo. Ir con Cristo al Desierto no comporta huír de las tentaciones, sino más bien, como Cristo y con Cristo, enfrentar 'desnudos' al tentador. Pensar que hoy las cosas son diferentes es una ilusión fatal. El opositor del género humano no está ligado a lugares, tiempos o condiciones de vida. Quien entra hoy en un monasterio o ingresa en la vida religiosa o eclesiástica, en este nuestro mundo desmitizado, con frecuencia olvida este hecho fundamental: ha entrado inmediatamente en el 'desierto', en el lugar del aislamiento y de la derelicción, de los desolados parajes de la sed y de engañosos espejismos. Quien no quiera admitir esta realidad e imagine ser solamente un bravo operario en la viña del Señor, correrá el riesgo de desconocer la verdadera naturaleza de las dificultades que inevitablemente deberá encontrar. Quedará sorprendido al hallar en su 'viña' tanta 'cizaña', 'espinas y cardos' en lugar de 'uvas', y no entenderá que ha sido el 'enemigo' quien las sembró ocultamente. ¡Esta lucha no es un simple accidente, un imprevisto, sino que es parte integrante de la vida en el desierto! Paradójicamente esta falta de conciencia no se encuentra sólo en los cristianos que viven en el mundo, cuya visión a menudo es ofuscada por la opacidad de los bienes materiales, sino también en tantos monjes y eclesiásticos, quienes, por otra parte, deberían estar más advertidos. La acedia es un ejemplo particularmente significativo de ello (...) ¿Por qué este descuido? ¿Quizá por el hecho de que los mismos monjes, o religiosos, o eclesiásticos ya no van más concientemente con Cristo a la despiadada desnudez del Desierto, sino que prefieren permanecer en la opacidad del 'mundo'?."

meditaciones sin domicilio

¡Tanto soñamos, cada día, con un "lugar" mejor! Los hay en este mundo... ¡Vaya si los hay! Esos "oasis de paz", que las descripciones de las guías para turistas señalan en muchas partes. Pero los "oasis de paz" cargan un nombre engañoso. Porque la paz depende -en cierto modo- de las nubes interiores, que cubren el límpido cielo del alma. Porque la paz depende -en cierto modo- de la ausencia de temores, de reparos, de apegos, de vanidades, de obsecuencias y de todas esas cosas que "hacemos", a hora y a deshora, para no sé qué.
Cuando el hombre descubre que hay "otra cara", "otro lado", desde luego no perceptible inmediatamente a los sentidos exteriores, cuando cae en la certeza de que es un "desterrado", un "exiliado", en los páramos de un mundo en fuga y en caída, entonces, sólo entonces, suena un llamado, se despliega un horizonte diferente que lo invita, de nuevo, a caminar.
El "otro lado", la profundidad, se alcanza, claro está, por el desapego y el desasimiento. Cuando el hombre se "separa" de su propio aturdimiento y descubre hasta qué punto ha sido esclavo de nada. Es verdad que la liberación comporta renuncias que parecen muy grandes, abandono de "certezas" y seguridades hueras... ¡Claro! volver a casa, a lo profundo, al corazón, requiere un viaje y una travesía. Pero no es cuestión de retardar más tiempo la partida.
El alma es como un leño, el Espíritu es como el fuego. El Espíritu viene a introducirse en el alma... Pero el fuego arde con el aire, sin aire no puede quemar, ni introducirse en la madera hasta transformarla... Y el aire es como la libertad.

Alberto E. Justo

lunes, 10 de agosto de 2009

pensamientos en el camino

Aprenderás a callar y a guardar celosamente lo mejor en lo secreto del alma. Que nunca deja de ser sublime eso que guardas, por hallarse escondido y celado a cualquier curiosidad vana, a cualquier aplauso o a cualquier publicidad. Lo que vale, vale a los ojos de Dios y en la relación "paterno-filial" halla todo su sentido. Es el Espíritu el que asume, sopla y oye. Es el Espíritu el Testigo Infinito que alegra tus horas y tus días con singular presencia y júbilo... Es tu vida...
Hay en todos nosotros, los peregrinos, un sentido escondido que gime prisionero debajo de innúmeras servidumbres. Hay "algo" que desea espacio, respiro, liberación... ¿Qué es?
Inventamos caminos e ideologías, sueños imposibles, ambiciones de todo tipo, que jamás alcanzarán realización alguna y nos sujetarán, constantemente, a un incesante vaivén de frustraciones.
Ese "sentido" que gime prisionero es algo así como la "puerta del corazón", de la vida verdadera, escondida y jamás cultivada. Es necesario que el Cielo baje a la tierra para comenzar un camino que alcance el misterio que no atendemos, y es la clave que abre lo que buscamos y no podemos encontrar.
Para ello es urgente no sé qué "quietud" y qué "paz", que ya están presentes, que ya nos han sido dadas... El mundo está lleno de amenazas y de condicionamientos, vindictas, imposiciones y atropellos. Todo ello nos demuestra la fatuidad y la vanidad de tantas pretensiones... ¡Hay tantos tiranos y tiranuelos! (Aún los que gastan los mejores ropajes y se visten de lino) ¡Crea, el peregrino, en la Misericordia de Aquél que le dice: -Ámame como eres y donde estás... ¡No tienes que hacer nada: arrójate ya!
Entonces descenderá, en silencio y con gozo, a su corazón, abandonando esas "servidumbres" que lo endurecen y lo esclavizan.
Cualquier viandante que efectivamente lo desee, podrá llegar a su corazón y recuperar la vida profunda y verdadera.
Es claro que deberá tener coraje para una liberación que requiere una "separación" y un desasimiento. Pero nadie podrá decirle cómo se hace, ni que es de ésta o de aquélla manera. No hay nada de ello. Él, en soledad y silencio, lo discernirá en Dios. Que el Señor nos dé su Gracia para hallarle en esta libertad del espíritu.

Alberto E. Justo

Obrar...

Quizá olvidemos lo "más importante". Sin duda, ante las "pruebas" y los tropiezos de nuestra peregrinación nos preguntamos ¡tantas veces! por la fecundidad y el valor de nuestras acciones. Entonces nos interrogamos acerca de ellas y, sobre todo, cuáles sean y cuál su lugar. Arriban las dudas y las apuestas: esto es mejor o peor que aquello; aguardábamos mejores oportunidades (que nunca llegan) o reconocimientos siempre insuficientes... Pero ¿en qué termina todo eso? ¿Qué es lo que en verdad vale y más allá de los caprichosos aplausos de la multitud, cuando la hay? En efecto, volvemos a la vida oculta, que es la realidad. Allí germina otra cosa, otra cosa se da. Allí aparece fecunda, en verdad, la lucha de Antonio en el Desierto. Es la "hora" que el Señor nos llama a velar con Él. Las acciones verdaderas son, precisamente, las que más nos acercan y asemejan al Salvador, y que -generalmente- no son elegidas. Esas que nos parecen desprovistas de todo valor y de toda "vistosidad", esas que... "pasan todos lo días" y "a cada rato", a las cuales no damos demasiada importancia. Esas son las "obras mayores". Y no es cuestión de "demostrar nada". Entremos en el gran desierto, en el Huerto de los Olivos, y dejemos que Él nos lleve a "ese" lugar... Más allá del espacio, más allá del tiempo de los relojes y de los almanaques...

domingo, 9 de agosto de 2009

Más hondo...

Es un otoño..., muy peculiar. Los senderos están cubiertos por alfombras de hojas muertas, caídas de los árboles del bosque... La tierra no se ve. Está oculta debajo. Sólo pisamos sobre las hojas que crujen bajo nuestros pies... Pero esas hojas no nos sostienen. No nos podemos afirmar sobre ellas. Tampoco son ellas la tierra, que nos queda escondida. Pero es claro que caminamos.
Así es nuestra peregrinación. La vida está escondida. Es más profunda siempre. ¿Qué nos ocupa ahora? ¿Las hojas muertas o la tierra viva?
Entra, pues, en tu corazón -oculto- y gózate en la realidad que no puedes medir... Eso sí, no te fatigues pretendiendo que la débil alfombra sea un fuerte camino. Reposa en la Verdad escondida y sigue sin temor. El Señor está contigo.

Alberto E. Justo

sábado, 8 de agosto de 2009

Más allá...

Vienen aquellos, aquellos vienen, tentando un camino nuevo. No, no saben por dónde, ni saben por qué... Simplemente vienen, porque primero fueron y no alcanzaron la soñada cima, más allá del gran desierto.
Vienen buscando lo que no encuentran. Tal vez otros horizontes, quizá otros mares, más lejos, más lejos. Por eso vuelven, vuelven por eso: porque ya no hay lugares, ni zonas, ni cerca, ni lejos...
Un solitario silencioso, sufriente como ellos, les señaló una gruta, un paso con sus riesgos.
¡Quedáos aquí -dijo- que se acaba el tiempo! Enfrentad las tormentas y los pesares. No hay refugios ni consuelos...
Sólo una noticia, que con mi corazón os dejo: Todos estáis llamados a la vida y al cielo.

Alberto E. Justo

Un Cartujo habla

"... A todos los hombres nos falta, a la vez, confianza y delicadeza. No estamos nunca bastante seguros de Dios, ni bastante preocupados por ser fieles a su amor hasta en los últimos detalles. Sin embargo, es cierto que hay almas a las que les falta, sobre todo, confianza y a otras a las que les falta, sobre todo, delicadeza y generosidad. Pues bien, también por estas últimas Dios se ha encarnado bajo la forma de un niño."
Un Cartujo "Felices los que creen" Monte Carmelo 2009. P 60

lunes, 27 de julio de 2009

ahora mismo

Ahora mismo... ¡Qué plenitud en este instante, qué hondura en el presente!
Supera cualquier imaginación, cualquier sospecha, hasta cualquier deseo!
En efecto, cuando se abre el secreto de la Aurora, de ese único nacimiento que se renueva en el centro del alma, no hay ya palabras, ni lenguaje alguno capaz de expresarlo.
Silenciosamente se abre camino una convicción, una luminosa certeza, encendida en el mismo origen, en la misma fuente, en el don recibido, en el don que sabemos recibido. No hay ya pruebas... ¿Para qué? ¿Cómo puede ocurrírsenos probar lo más con lo infinitamente menos?
El silencio es aquí el gran maestro. Porque, desde luego, el silencio acoge, es capaz de recibir. Cuando todo calla hay algo que se descubre. ¿Cómo decirlo? Hay Alguien que vive y de su Vida nos arriba todo. ¿Todo? Allí nacemos...
Soñamos, frecuentemente, con lugares y parajes, más allá de los cercos que parecen envolvernos. ¡Cuánto soñamos! Añoramos los mayores espacios, esas dimensiones que continúan, que se van, siempre más allá. ¡Ah! Anchura y solemnidad del mar, inacabables llanuras, insospechados cielos... ¿Cómo consolarnos? ¿Cómo aceptar –así nomás- esos límites nuestros, que tantas veces nos ahogan?
Y sin embargo esos ilimitados horizontes, aquellas montañas tan altas, caminos que siguen y nunca acaban... ¡son pequeños, muy pequeños, poquísima cosa, frente a las dimensiones del alma y del espíritu, abiertas en nuestro corazón!
Pero somos tan necios ¡que les restamos realidad! ¡Ah mezquindad de todos los días! Ya no somos capaces de desvelar el rostro escondido, que es el más grande de la realidad.
Los más bellos claustros del mundo, levantados por la generosidad y la magnanimidad de los Padres, son un pálido reflejo de ese incomparable e inconmensurable claustro del alma, paraíso de la soledad, atrio del templo de Dios, guardado en el silencio del corazón. Y si la picota de nuestros días, manejada por los demoledores de todos los tiempos, ha pretendido borrar esos pilares de piedra, testigos de eternidad, permanecerá y permanece el infinito tesoro del templo y de su claustro escondido, no como añoranza del alma, sino como verdad y realidad encendida en nuestra misma sangre.
Rescata, en tu corazón, ese tu deseo profundo, que te regala Dios. Vuelve sin cesar a ese instante que es ahora, donde puedes recogerte y entrar en el retiro de tu alma en el mismo Espíritu del Señor.
No estás lejos de donde has estado siempre... ¿No puedes VER más allá? ¿Tantas necedades resuenan por esos laberintos, que pretenden encerrarte, que olvidas lo más nítido, transparente y esencial?
¿No sabes que más está al alma donde ama que donde anima? Pues es tiempo de tenerlo bien presente, para no perderse en zonas indignas de atención y de amor... Cuando vas de camino y te cansas y te fatigas, sabes que es propio del caminante, del peregrino, sufrir el rigor de ciertos andares y de tantos trayectos y aventuras. Pero el cansancio no hace ni genera el andar. Sabes que es posible, como consecuencia, padecer el calor de la jornada, pero no abandonas tu viaje por eso. Y tu viaje no es eso.
Permanece, pues, firme y confiado. Recuerda la palabra del Maestro Eckhart: “ninguna obra exterior es tan perfecta que impida la interioridad”. No temas, ni te desanimes. Nada ni nadie puede apartarte del Amor de Dios.
Alberto E. Justo

sábado, 25 de julio de 2009


permanece y ahonda

Admirados por la maravillosa libertad que el Señor nos regala, vamos a leer un aforismo de Gustave Thibon, que cita Gabriel Marcel, al finalizar el capítulo "Yo y el otro" de su "Homo Viator" y que dice así:
"... Concluyo esta conferencia con un aforismo de Gustavo Thibon, (...) que me parece traducir admirablemente esta exigencia de encarnación a la cual la persona no se puede sustraer sin traicionar su misión verdadera, sin perderse en los espejismos de lo abstracto, sin reducirse paradójicamente a una determinación indigente de este yo que ella pretendía falazmente desbordar en todos los sentidos.
'Te sientes constreñido. Sueñas evasión. Pero defiéndete de los espejismos. Para evadirte no corras, no huyas. Más bien excava este lugar estrecho que se te ha dado: allí encontrarás a Dios y todo. Dios no flota sobre tu horizonte, duerme en tu espesor. La vanidad corre, el amor excava. Si huyes fuera de ti mismo, tu prisión correrá contigo y se estrechará con el viento de tu carrera: si te adentras en ti mismo, ella se ensanchará en paraíso'."

miércoles, 22 de julio de 2009

acerca del "monaquismo interior"

Leemos en el libro que el Archimandrita Sophrony escribió sobre San Silouan el Athonita: "Muchos jóvenes le consultaron con frecuencia el camino que les aconsejaba seguir en su vida. (...) El último consejo era el más raro, pues el Stárets pensaba que ya había llegado la época predicha por el Padre Estratónico, en la que muchas personas "instruidas" se convertirían en monjes en el mundo; juzgaba que, de modo general, las condiciones en las que la forma del monaquismo había existido a lo largo de los siglos pasados se habían vuelto desfavorables, pero que las vocaciones y al atractivo hacia el monaquismo existirían siempre.
"Notamos en el Stárets la firme convicción de que la vida espiritual, es decir, una vida en oración y ascesis, animada por una fe profunda, era superior a cualquier otra forma de vida. Así, aquel a quien le había sido concedida, debía, como por una perla preciosa, sacrificarlo todo, incluso los estudios." Archimandrita SOPHRONY "San Siluoan el Athonita". Madrid 1990.P.62.
Y Olivier Clément, hablándonos de las persecuciones, dice lo que sigue: (...) "De este modo se multiplicaron los "monjes secretos" que realizaban, en Cristo, el descenso a los infiernos. Es profética la intuición de Dostoevskij que nos muestra al starets Zosimo devolviendo al mundo a Alësa Karamazov, que quiere hacerse monje. El "monaquismo interior" (...) existe (...) también por la decisión deliberada de grandes espirituales, que pidieron a sus discípulos que permanecieran en el mundo, siendo al mismo tiempo hombres de oración, de silencio, hombres de una presencia significativa." O. CLEMENT "Surcos de luz". Burgos 2005. P.88

martes, 21 de julio de 2009

una carta de Séneca...

Leemos en la Epístola 124 a Lucilio: "¿Quieres tú, dejando de lado aquellas ocupaciones en las que es necesario que seas superado -toda vez que te empeñas en actividades que te son extrañas-, retornar a tu bien propio? ¿Cuál es éste? Por supuesto, una alma recta y pura, émula de Dios, que se eleva sobre las cosas humanas y que no coloca nada de lo suyo fuera de sí misma. Eres animal racional. ¿Cuál es, pues, tu bien? La razón perfecta. Impúlsala hacia su perfección, haciéndola crecer en gran manera hasta la medida de lo posible.
Considérate feliz cuando todo gozo nazca para ti de tu interior, cuando al contemplar las cosas que los hombres arrebatan, codician y guardan con ahínco, no encuentres nada, no digo ya que prefieras, sino que desees conseguir (...)"

lunes, 20 de julio de 2009

siempre de camino

No es nuestro propósito detenernos en ninguna parte. ¿Para qué? ¿Parte de cuál “parte”? No nos responden las “partes”, ni los “lugares”, ni las “jornadas horarias”… Que todo se da porque ya está dado. Que todo es… porque ES. ¡Descubrimiento incomparable!


Las “sensaciones” pueden constituir un engaño de grandes proporciones. Pretendemos esto o aquello y, tantas veces, con el justificativo de una sana distracción o de una expansión o descanso, equivocamos el camino.
Entonces es urgente acelerar los pasos. Y de ninguna manera volver atrás, sino “dejar” sin detenimientos. Es un tanto paradójico, pero es así.
¿No acabamos de convencernos que todo lo llevamos muy dentro con nosotros? Dicho de otra manera: ¿puedo escapar de Dios o esconderme de Él? Es simple y directo. Pues entonces, a seguir sin más.
El enemigo hará todo lo posible por acabar con nuestra marcha y dejarnos atascados, sin poder avanzar.
Pues nada de hacer caso a las dudas o a los miedos. Nada de indignaciones ni de lamentos de ninguna especie. Sigamos, son los pasos del Señor.

En horas de decadencia y de ruina, de descenso y de desconcierto, más de una vez quedaremos perplejos ante lo que pasa a nuestro lado. Más de una vez nos pesará este camino que llevamos. Y, muchas veces, gemiremos por hallarnos en él o se nos ocurrirá seguir otro, arrepintiéndonos de éste que llevamos.
Pero olvidamos que el camino es uno… No hay alternativas antojadizas. Es éste que trazamos desde siempre y que no es solamente “nuestro”, por decirlo de alguna manera.
Es el “camino del Señor”, es Su Senda por la que vamos. Es con Él y en Él y, también, por Él, a causa de Él, desde Él. En su Corazón, en su Silencio, presentes a su Presencia.
Y su Presencia es insospechable, inimaginable, inabarcable. Es Presencia… Y ¿qué más? ¿Te atreves a definir, a explicar, a empequeñecer, a errar? Siendo tan maravilloso… deja, deja a Dios que sea Dios. Sólo Dios en Dios.

No es tiempo de analizar demasiado. Descansa ahora mismo ¡ya! Tú sabes qué es. No hay ecos ni indicaciones. Nada de carteles, ni de avisos. Tampoco llegan cartas o mensajes por el medio que sea.
Cuando hay semejante silencio, nuestra liberación se aproxima. No son necesarios más signos, de esos que se levantan y luego, enseguida, caen. Aquí hay Alguien que “es más que Salomón” y es hora de atender en silencio.



Atiende bien lo que te diré ahora mismo: sepárate sin temor de todo. Despréndete y deja caer por ahí, donde no sabes. Deja que el Señor solo entre en tu corazón y en tu casa. Cuando menos lo pienses lo descubrirás presente. No puedes sospechar su cercanía. No interesa tampoco detallar nada. Silencio y quietud.



No tienes que mudarte, ni trasladarte a ningún lugar de este planeta. Ni de ningún otro. Quédate donde estás ahora y acepta que el Señor te elija y elija este remoto y desconcertante paraje. ¿Qué sabes de él? Desde luego que muy poco o nada. Nadie te llama a los análisis que acaban por enredar y ligarte prisionero… Reposa en el Corazón de Cristo-Jesús que es tu morada y tu vida. Reposa y vive en su Espíritu.

Yo sé que preferimos aquellos océanos, que parecen no tener confines, cuya profundidad no puede ser medida. Pero el Señor llama a muchísimo más. No hay puertos, ni ensenadas. No hay lugares. El desierto interior no puede ser representado por nada, ni siquiera por él mismo.

No tienes que viajar a ninguna parte para que el Señor te adentre en su Corazón. No tienes que mudarte ya… Se abre una puerta, que es la de tu alma… No preguntes más.

No desconfíes. No empañes la fe. Arrójate. Simplemente eso.

Muchos son sobremanera inconformes. Hubieran podido tener familia mejor y, tal vez, amigos ejemplares, como no son los que tienen ahora. Otros lamentan la pérdida de oportunidades o equivocaciones del pasado. O temen otras en el futuro.
Pues nada de eso. Las ilusiones no nos entregan la verdad de las cosas. Nada mejor que una vida que se desarrolla, con sus altas y sus bajas, en la presencia de Dios. ¿Dudas de la misericordia? Recupera el sentido profundo: la Misericordia es propia de Dios. Reedifica permanentemente tu vida y tu camino por las sendas que se abren, que Dios abre para ti.
Ahora medita en silencio y comienza a valorar tus horas en modo nuevo.

Pero siempre hay… lo más alto. Y la sorpresa será mayor cuando sepamos que es lo más simple. Hemos pretendido apurar los caminos y nos hemos hallado, frecuentemente, con resultados muy inferiores a los que aguardábamos. Sin embargo esta “espera”, este aparente detenimiento, es una condición de nuestro adelantamiento, que no puede ser medido por lo que acostumbramos en este mundo.

Alberto E. Justo